- El mecánico y empresario Luis Almeida, y su esposa, la enfermera Verónica Fernandes, llevaban casados 30 años cuando, en 2021, pasaron por uno de los peores momentos de sus vidas.
Verónica regresaba a casa después de un turno de casi 48 horas. Minutos antes, Luis había hablado con ella, según cuenta: “hablamos un poco por teléfono, ya estaba cerca de casa. Después de 40 minutos volví a llamarla, para mi sorpresa contestó un bombero; cuando se identificó, me congelé y me temblaron las piernas. Sólo quería hablar con mi esposa y me dijo: ‘Ella acaba de tener un accidente’. El bombero me dijo que fuera al hospital”. Conociendo el poder de la fe, Luis dobló sus rodillas antes de salir de casa y oró.
«Dije: Dios, en tus manos encomiendo a mi esposa”, recuerda.
En el hospital, Luis vio que el estado de Verónica era de alto riesgo. Una barra de hierro le golpeó el rostro dejándole 12 huesos rotos y el cráneo fracturado. El mismo día, fue realizada una larga cirugía reconstructiva.
“Un médico amigo de la familia dijo que la probabilidad de que sobreviviera era sólo del 1% y, aunque eso sucediera, tendría secuelas neurovegetativas, además de grandes riesgos de no poder volver a caminar ni hablar”, según Luis.
El Altar de la vida
Este accidente era para causarle la muerte a mi esposa, pero Dios no fue indiferente a mi dolor y sacrificio.
Dos meses antes del accidente, habían subido al Altar, probando su fe al materializar su todo por el Todo de Dios. Cuando ocurrió el accidente, Luis volvió al Altar: “Me mantuve firme en la fe. Participaba en favor de la sanidad de mi esposa los martes, tardé cuatro días en cumplir mi voto y Dios me respondió”, dice.
Debido al impacto del accidente, perdió la visión en su ojo izquierdo, pero no tuvo secuelas como lo pronosticaron los médicos.
Verónica agradece todo lo que Dios ha hecho en su vida: “Todos los médicos me dicen que mi caso es un milagro. Me entristeció perder un ojo, pero frente a lo que Dios ha hecho por mí, veo que un ojo no es nada. Hoy llevo una vida normal, y en cualquier oportunidad que tengo le hablo a la gente del poder de Dios. Creo que esa es la razón por la que todavía estoy aquí”.
•• Sr. Luis, junto a su esposa.