Todo el mundo quiere tener una vida confortable y próspera y, para eso, muchos desean volverse jefes o por lo menos no tener uno. En Ecuador se han abierto miles de negocios bajo la idea de ser su propio jefe y emprender, ¿pero cuántos de verdad entienden qué significa ser verdaderamente próspero?
Mucha gente abre una empresa que no sale adelante y no entiende por qué sucede eso. Culpan a las circunstancias e incluso hasta a Dios por su fracaso. Pero, muchas veces no entienden cómo debe ser la búsqueda de la prosperidad. Los recursos económicos, los bienes y la ostentación son el enfoque de diversas personas, sin embargo, cuando el dinero les hace falta, comienzan a darse cuenta de que su entorno era vacío, sin fundamento, pues este, al ser utilizado solo para el beneficio propio, es como una casa construida sobre la arena, y no sobre la roca, como enseñó el Señor Jesús (Mateo 7:24-27).
Sin bendiciones para el egoísta
Quien vive la verdadera prosperidad no es blanco de las siguientes críticas bíblicas:
«¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? […] ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?» (Mateo 23:17 y 19).
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas.» (Mateo 23:23).
Según estas palabras de Jesús, de nada valen los recursos para beneficio propio sin que haya una verdadera alianza con Dios. Generar riqueza solo para sí mismos sin la protección divina puede llevar a la ruina. Él quiere un sacrificio genuino al dejar la vida entera en el Altar.
Al respecto, el obispo Edir Macedo dijo que las personas deben luchar para conquistar lo que Dios prometió, pero no deben hacer eso para beneficio propio. «Cuando Dios cura, no es solo para la que la persona viva más, sino para que sirva como testimonio para otros enfermos. Cuando Él enriquece, no es para que se ostente la riqueza, sino para que sea usada también a favor de los pobres y oprimidos, ya sea en la evangelización, así como en las obras sociales», dijo.
Con este entendimiento queda más claro saber qué pedirle a Dios de ahora en adelante: «Te rogamos, oh Señor: sálvanos ahora; te rogamos, oh Señor: prospéranos ahora.» (Salmos 118:25).
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