Ayudar al prójimo, se convirtió el sinónimo de la Iglesia Universal, y el barrio Cristo del Consuelo, al sur de la ciudad de Guayaquil, fue el punto beneficiado en esta oportunidad.
Alrededor de 70 voluntarios dieron su mano amiga, entre ellos profesionales de la salud con consultas médicas gratuitas y toma de presión, además el área de belleza con cortes de cabello.
En esta tarde se repartieron 150 fundas de víveres no perecibles, además de un alimento espiritual por medio de la atención personalizada de parte de los pastores a quienes lo necesitaban.
Las educadoras también hicieron juegos didácticos con los niños del sector y se les brindó a cada uno de ellos un lunch.
A través de la oración de fe y la Palabra de aliento se dió la bendición de parte de Dios para acudir la necesidad del alma que los sustentará para los retos del día a día.
Ver la alegría de cada presente es el motor de los voluntarios para continuar esta labor que no se detiene y sigue avanzando.