Desde la infancia sufrí de sobrepeso, esto me trajo problemas de salud como: prediabetes, hígado graso y ovarios poli quísticos. Por eso me sometí a una cirugía bariátrica. “Técnica llamada Bypass”. La cirugía fue un éxito; pasé dos días en el hospital. Regresé a casa y dos días después, empecé a vomitar. A los siete días de la operación, comenté lo sucedido al médico y me dijo que no debía haber vomitado ya que no podía ejercer fuerza, a partir de ese día empeoré.
Quince días después de la cirugía, estaba débil, con vómitos. Fue entonces que mi madre decidió llevarme al hospital. Allí comenzó mi verdadera lucha por la vida. Me hicieron una tomografía la cual mostraba un error en la cirugía, las grapas en el intestino estaban demasiado apretadas. Me realizaron un nuevo procedimiento, dijeron que sería rápido y sencillo, pero al despertar de la anestesia estaba en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
Mi madre, que ya asistía a la Iglesia Universal, cuando me vio renunciar a la vida, apeló a la Fe. En la UCI no podía entrar con nada, pero ella encontró la manera y me pasó el manto consagrado.
Actualmente estoy sana, me deshice de las enfermedades y no tengo secuelas, hoy mi vida es diferente.
•• Sra. Leticia