Saber que un familiar tiene una adicción es algo duro de asimilar y mucha gente no sabe cómo lidiar con ese problema. Si bien es cierto, que cada caso es distinto y se vive diferente entre cuatro paredes, hay comportamientos que son recurrentes en esta situación y uno de ellos es hacer lo que sea para sustentarlo.
Robarle el dinero o pertenencias a los seres queridos, vender o empeñar aparatos electrónicos, asaltos a mano armada, sexo con desconocidos… es a lo que, por lo regular, personas con este problema recurren cuando ya no tienen los recursos, para seguir drogándose o alcoholizándose, sin contar que también se vuelve una alternativa para pagar las deudas que esto les ha generado
A esas alturas, la fe y la paciencia parecen agotarse, pues también, tras haber buscado ayuda en distintos lugares sin resultado alguno, les hace pensar a los familiares de alguien adicto que él o ella son un caso perdido. Por esta razón, sobrellevan la situación o se acostumbran a una vida de conflictos donde, muchas veces, tienen que dar la cara por ellos. Pero ¿realmente no hay una salida?
En lo que se refiere al Propósito de Fe en contra de los Vicios, aún existen familiares y adictos con objeciones y restricciones para conocerlo, aún no sabiendo NADA al respecto. Sin embargo, desde su inicio, un gran número de familias ha visto el poder de Dios en la vida de ese ser querido que creían no cambiaría, pero que ahora ha logrado reincorporarse a la sociedad y dedica parte de su tiempo, para ayudar a quienes aún no logran dejar atrás algún tipo de vicio.
Estaba dispuesto a hacer lo que sea, para alimentar mi vicio
Conocí las drogas el día que cumplí 14 años, ese día un amigo me dio de probar cocaína y marihuana. Ahí empezó mi perdición y estaba dispuesto a hacer lo que sea, para alimentar mi vicio.
Vendía mi ropa, las cosas de mi mamá y robaba dinero a mis padres. Con el pasar del tiempo conocí a la madre de mi hijo, con ella consumíamos marihuana, así mi vida iba empeorando, cada ves me iba sumergiendo más en las drogas. Varias veces intenté suicidarme, me corté las venas y quise ahorcarme.
Las drogas me llevaron al fondo del pozo, empecé a vivir en la calle alimentándome de la basura, además recolectaba plásticos para vender y así poder comprar drogas.
Quería cambiar mi vida, así que me interné en varios centros de Rehabilitación, pero no veía mejoría, pasaba varios meses sin consumir, pero recaía una y otra vez.
Cuando conocí el tratamiento para la Cura de los Vicios, supe que esta era mi oportunidad para realmente dejar los vicios y así aconteció. Hoy los vicios son sólo parte de mi pasado, los pensamientos y deseos por consumir, ya no existen más. (Sr. Claudio)
Si usted reconoce estar dominado por un vicio y quiere romper esas cadenas, o si tiene un familiar adicto, acérquese a realizar el Tratamiento de la Cura de los Vicios, este domingo a las 3 de la tarde en la Av. de Las Américas 305, norte de Guayaquil.