Es de conocimiento de todos que a nosotras, las mujeres, nos interesan los temas relacionados con la belleza. Una prueba de ese interés es que siempre busquemos revistas femeninas, programas diarios en la TV y videos y blogs en internet que enseñan y dan consejos. Y así camina rápido el universo femenino.
Y en el gran deseo de estar dentro del patrón de belleza ya establecido, son realizados grandes esfuerzos. Muchas gastan tiempo, dinero – a veces se arriesgan a perder la salud – y aun así no alcanzan la satisfacción.
Es creciente el número de mujeres que se someten a cirugías plásticas y hay tantas otras a quienes les gustaría cambiar esto y aquello, y no lo hacen solo porque no tienen condiciones económicas.
No tengo nada contra los cambios y el deseo de sentirse bien, pero me asusta el tamaño de la insatisfacción que tienen y lo que son capaces de hacer por la apariencia. ¿Acaso lo que ven en el espejo es tan malo?
A fin de cuentas, ¿qué es lo realmente lindo en la mujer?
Me gustaría hablar de una belleza que el tiempo no roba, que la tarjera de crédito no compra, que no se recibe en el ADN, pero que es totalmente accesible para quienes invierten mucho más allá de lo que es físico para ser realmente lindas.
Le sugiero que lea hasta el final esta pequeña lista que ha convertido a mujeres de todas las edades en feas e inelegantes, a pesar de tanta inversión en la belleza.
No va a servir mucho la búsqueda por lo correcto o lo incorrecto de la moda y del maquillaje cuando no se sabe lo correcto y lo incorrecto del comportamiento y de la vida.
Decir malas palabras: si fueran buenas, ciertamente no necesitarían ser censuradas en la TV, lo que también poco sirve, ya que están en todas partes en la boca de quien no logra una forma mejor de comunicarse;
Hablar y reírse alto: además de ser indiscreto, incomoda mucho al ambiente; es una forma negativa de ser oída y vista;
Mascar chicles: cuando usted dice la palabra mascar, parece que ya está oyendo ese ruido irritante de alguien mascando sin parar – están las que hacen incluso globitos. Totalmente comprensible para un niño o adolescente, pero para una mujer que quiere ser elegante no es recomendado;
No tener postura para caminar y sentarse: no sirve copiar el modelo de ropa de la princesa, si en el momento de sentarse muestra más de lo que debía, deja los breteles del sostén a la vista, o usa escotes enormes…
Ser mandona y autoritaria: las mujeres así tienden a anular a las demás personas. Solo les interesa lo que ellas piensan, lo que les parece o quieren, y el fin de eso es quedarse solo e infeliz;
Ser desactualizada: el mundo ha cambiado demasiado rápido. En el tiempo de nuestros padres, alguien encomendaba un trabajo para el mes siguiente. Hoy, las personas dicen: "para ayer", este es el mejor plazo. Pero existen mujeres que no intentan acompañar los cambios, insisten en quedarse en el siglo pasado, se enorgullecen en decir que no saben esto o aquello, cuentan sin vergüenza que no tienen ni siquiera e-mail. ¡Eso no está bien!
Ser dependiente de los demás: son inseguras para tomar decisiones, nunca saben hacer nada solas, y existen incluso las que ponen sus responsabilidades sobre otros;
No tener contenido: no les gusta leer, informarse y no invierten en su inteligencia. Lo que dicen no vale la pena guardarlo, pues no agregan nada, lamentablemente;
Ser débil y sensible: ¿de qué sirve ser una mujer linda, pero frágil como porcelana? Basta una palabra un poquito más dura que ya se pone mal, llora… ¿Quién lo aguanta?
Bien, esta lista que sabotea la belleza femenina aún puede crecer mucho, ¿no es así? ¿Y quién sabe si usted se vio equivocándose en algo?
Calma, si llegó hasta aquí, ¿por qué quiere cambiar? El deseo acompañado de actitudes y disciplina es todo lo que se necesita para ser una mujer fuerte y elegante, incapaz de actuar mal incluso en las situaciones más difíciles. Ah, y claro, el aprendizaje nunca termina, ¡continúe firme en su desafío!