Ella fue escuchada, respetada y nosotras repetimos sus palabras hasta hoy. No sabemos su nombre, pero ella tenía muy claro quién era. Conocía bien la influencia que tiene una mujer; y que el reino de su hijo estaría comprometido si él hiciera una mala elección con la futura reina. El rey Lemuel valoró la figura de la mujer porque su mamá sabía el valor que tiene una mujer.
La mujer que se valora no necesita imponer sus consejos o sus voluntades. Sus palabras valen tanto como ella.
El primer consejo que le dio a su hijo es sobre dónde emplear su fuerza. Siendo la figura más cercana y la persona que, hasta la fase adulta, pasa más tiempo con los hijos; ya fuimos creadas especialmente con ese talentoso radar que detecta las principales habilidades (y también las flaquezas) de nuestros hijos. Nosotras podemos influenciarlos a aplicar esa eficiencia en aquello que va a beneficiar no solamente a ellos sino también a otras personas. Descifrando su talento, usted podrá dirigirlo y motivarlo en aquello que traerá un resultado positivo. ¿Cuántas madres se quejan que sus hijos pasan horas escuchando música; pero no perciben la facilidad que ellos tienen para aprender otro idioma?
El segundo consejo es sobre los lugares que ellos van y con quiénes andan. Al parecer, Lemuel tenía una cierta debilidad por las mujeres y su mamá tocó bien fuerte en esa tecla. De esta manera, ella elaboró el perfil sobre la Mujer Virtuosa. Y, ¿quién puede describir tan bien algo que desconoce? El trofeo es para ella que supo dirigir los pasos de su hijo al camino cierto. Se dice desde hace muchos años que las personas con las que uno anda, muestran quién es uno. Muchas veces usted defiende a sus hijos como una leona, es rígida con sus amistades, observa a dónde ellos van, etc. Sin embargo, la influencia silenciosa de los medios de comunicación e internet termina por alterar la personalidad de su hijo aún estando en casa.
El tercer consejo habla del respeto, la justicia y el derecho. Esos son los principios básicos e inmutables de un vencedor. Lo que parece no tener sentido en los días de hoy como: “Por favor”, “muchas gracias”, “de nada”, la puntualidad, el respeto a los mayores, ceder el lugar son conductas que se van evaporando con las generaciones y acaban deteriorando a cualquier sociedad. Se traduce en ser negligente si uno “ama al prójimo como así mismo.”
Con el cuarto consejo, ella cierra este asunto con llave de oro. Misericordia, una palabra que dice tanto y que con seguridad resume todo lo que hablamos. Pero, ¡cómo fue difícil para mí entender la misericordia! Ella no es un sentimiento de pena o caridad; es una actitud para valientes. Ella nos hace mirar con buenos ojos; y delante de los errores de los demás, de los necesitados, no permite que domine el orgullo o un aire de superioridad sino más bien un espíritu indignado. Acompañada de acciones como: “Abre la boca”, “Juzga rectamente”, “Haz justicia”; ella hace nacer a los verdaderos héroes.
En la próxima semana, voy a hablar de otro rey, de un reino destruido y de una madre que tuvo que armar una choza. ¡Espere!