Estamos hablando de uno de los mejores planes de la historia de la humanidad planificado y ejecutado por una mujer. Haciendo una cierta analogía, podemos decir que Jocabed era la esposa ideal para el rey Lemuel… Pero, su ama la había elegido a dedo.
No era una época favorable para los romances. El pueblo de Israel se volvió esclavo en Egipto y había una ley que sentenciaba a muerte a todos los bebés del sexo masculino. Nosotras no estaríamos hablando de Moisés, si Jocabed no hubiera tenido una actitud tan admirable. Cuánto más pienso en ella, más cualidades encuentro.
¡Qué ejemplo de madre! Usted puede pensar que ella actuó por instinto, que cualquier madre haría lo que sea para salvar a su hijo. Sin embargo, existe en las actitudes de ella un detalle muy importante que la hace una mujer tan especial…
Bueno, la historia todo el mundo la conoce. Moisés era “hermoso” (MUY interesante: La palabra original en hebreo “towb” no se refiere a la belleza física y sí a la belleza en el carácter, de ser amable, agradable, de buen carácter- lo que explica cómo pudo ocultarlo durante tres meses). Lo que ella vio en Moisés no fue solamente lo que sus ojos le mostraban. Ella percibió que él era diferente, especial. Ella veía surgir de aquel bebé un rey libertador. Y, ella no lo “guardó” para sí misma.
Arrancó de ella todos los sentimientos, vigiló la rutina de la hija de Faraón, cronometró el tiempo exacto y buscó un lugar estratégico para dejar a Moisés. Ella usó un espantoso pero cuidadoso lugar en construcción, preparó el medio de transporte ideal y lo envió con una espía que estaba bien preparada y que sabía exactamente cómo inspirar la confianza en la hija de Faraón.
¿Usted consigue verla? La primera madre en la historia que no solamente consiguió salvar a su hijo de la muerte sino que también le pagaron para que lo cuidara y así, tuvo el tiempo que necesitaba para que su carácter tuviese aquel mismo betún y no se contaminase con Egipto. La gloria, el poder y las costumbres paganas no consiguieron ahogar a Moisés; y la justicia que estaba en él lo llevó a renunciar a todo para defender a su pueblo.
Ella me inspira porque todo lo que hizo demuestra un amor incondicional: Entregó aquello que era suyo sin exigir nada a cambio. ¡Linda Jocabed! Para mí, su nombre (que solamente por ser citado ya es más que especial) se traduce en una enseñanza que llevo conmigo: Todo lo que damos, recibimos y todo lo que retenemos, lo perdemos.
La semana que viene hay más de madres para ustedes.