Hay situaciones en que la pareja tiene problemas. Puede ser sólo una crisis pasajera, pero también el inicio del n. Saber reconocer a qué nos enfrentamos, ayudará a tomar decisiones correctas. Aquí, algunas pautas que ayudarán.
Agotamiento
emocional Si se repiten los mismos problemas y se cae en un desgaste físico y emocional, y ya no existe motivación de buscar salidas al conflicto, es mejor parar para reflexionar.
Comunicación ausente
Se deja pasar mucho tiempo, y no hay interés para saber de la otra persona, es una señal de que ya no se quiere continuar con la relación.
Falta de interés
Esto es, ya no incluir a la otra persona en las reuniones sociales, con el n de no tener experiencias en conjunto.
Pérdida de respeto
Cuando uno de los miembros de la pareja le falta el respeto a la otra persona o lo traiciona, es una señal que el amor se esfumó. Que ya no será el mismo, y que de continuar se caerá en una relación nada saludable.
Ausencia de la intimidad
Si esta no ha sido provocada por enfermedad, estrés o cansancio, entonces, es una señal que la atracción sexual se perdió.
No hay planes a futuro
Cuando ya no se plantean escenarios para realizar juntos, es probable que se deba a que ya no exista interés.
Hace mucho tiempo no sabía lo que era tener paz
Mi vida sentimental era un fracaso; mi esposo me era infiel, me maltrataba física y verbalmente, esto me volvió una mujer amargada; pensé que había nacido para sufrir.
Mi esposo por estar con sus amantes y amigos descuidaba su hogar. Económicamente estábamos en una situación crítica, tenía que pedir ayuda a mi madre y, a mis suegros para poder alimentarnos por causa de los vicios e infidelidad de mi esposo, él derrochaba el dinero.
Me detuve a mirar todos los aspectos de mi vida y en lo sentimental había fracasado, pues mi esposo estaba en manos de sus amantes, mi hijo enfermo, yo vacía y deprimida, ese era mi fondo, ¡llevaba una vida destruida!
Así llegué a la Iglesia Universal, cargada de tantos problemas. En esa época comenzaba la Campaña de Israel, ahí supe que debía subir al Altar y así fue, subí e hice mi voto con Dios y Él me respondió ¿cómo?; pues, mi esposo se alejó de sus amantes, de las malas amistades, mi hijo fue curado, volvió a mí la paz y la alegría que hace muchos años no sentía. Además, mi esposo y yo conquistamos el Espíritu Santo, Él transformó nuestro interior, por eso hoy nuestro hogar es una bendición.
•• Sra. Bertha Vite