Casi cualquier célula del cuerpo puede convertirse en cáncer y propagarse a otras áreas.
El mieloma múltiple es un cáncer de células plasmáticas. Las células plasmáticas normales se encuentran en la médula ósea.
Las células plasmáticas producen anticuerpos (también llamados inmunoglobulinas) que ayudan al organismo a atacar y destruir los gérmenes. Las células plasmáticas se encuentran principalmente en la médula ósea.
Cuando las células plasmáticas se vuelven cancerosas y crecen fuera de control, esto se denomina mieloma múltiple. Las células plasmáticas producen una proteína anormal (anticuerpo)
La frecuencia de esta enfermedad de acuerdo a la OMS corresponde alrededor del 1% de todas las neoplasias malignas y del 10 al 15% de las neoplasias hematológicas.
El Registro Nacional de Tumores que lleva la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer del Ecuador, SOLCA, en sus últimas estadísticas señala que este tipo de cáncer se encuentra entre los primeros 25 tumores del Ecuador.
“DOCTOR, QUIEN TIENE LA ÚLTIMA PALABRA ES DIOS”
Comencé a sufrir dolores en el brazo derecho. Con el paso de los días el dolor comenzó a obstaculizar mi trabajo. Después de un tiempo apareció un bulto en mi axila derecha y mi pecho comenzó a hincharse y no podía dormir por la noche.
El resultado: cáncer.
El doctor me dijo: ‘Tengo una noticia que no es buena para ti. Los resultados indican cáncer y se ha extendido. Salió de la columna y pasó por debajo de la costilla, (de ahí la hinchazón en el pecho) y se alojó debajo del brazo. Te soy sincero, te queda un mes de vida’. Lo miré y le dije:
‘Doctor, Dios tiene la última palabra. De la misma manera que entró este cáncer, tendrá que salir’, recuerdo que él se rió y se fue.
Perseverancia
Hospitalizado, mis riñones dejaron de funcionar e inicié hemodiálisis al mismo tiempo que me realizaban las sesiones de radioterapia y quimioterapia. Aún debilitado por la enfermedad y el tratamiento, mantenía mi fe participando los días Martes de Sanidad, y creyendo siempre en mi cura completa.
Un mes después de aquella predicción de muerte, me sometí a nuevas pruebas. El médico me dijo que “algo andaba mal con los resultados” Los exámenes mostraron que el cáncer no había aumentado como se esperaba.
Con el tiempo, mis riñones comenzaron a funcionar nuevamente, lo que sorprendió a los médicos. Con nuevos resultados en mano, el médico me dijo: “Señor Silvio, tengo buenas y malas noticias”. Le pedí entonces que dijera lo malo, a lo que él respondió: “vamos a perder un paciente. Y la buena noticia es que puedes irte a casa ahora”.
Han pasado casi dos años y gozo de buena salud, he retomado mis actividades. Hoy mi alegría es dar testimonio del poder de la fe. Sé lo que Dios ha hecho por mí.