Un día, descubrí que mi hijo había consumido drogas y que lo había hecho durante tres años. Eso generaba peleas entre hermanos y la vida en familia era un caos. Un día en una pelea con su hermano, Eduardo sacó un cuchillo para defenderse y estaba totalmente fuera de sí, no pensaba en las consecuencias, sólo le importaba buscar dinero para sustentar el vicio.
En medio de tanta desesperación busqué ayudar a mi hijo con el psicólogo, centros de salud y clínicas de rehabilitación, incluso dijeron que, si él no dejaba el vicio, tendría que usar sonda el resto de su vida. Llegué al punto de esconder las cosas en la casa porque todo se perdía. Por otro lado, yo estaba enferma, tenía hemorragias y me extirparon el útero, pero, el peor problema que tenía era la angustia de ver a mi hijo cada día más perdido, incluso, comencé a llorar mucho más cuando él pasó a vivir en la calle. Sin embargo, yo no aceptaba haber pasado tantas necesidades para mantener a mis hijos y después de todo perder a uno por las drogas.
“COMO MADRE HICE DE TODO PARA AYUDAR A MI HIJO Y AUNQUE LLORÉ MUCHAS VECES NO DESISTÍ”.
En esa situación llegué a la Iglesia Universal donde entendí que, yo necesitaba la ayuda de Dios para estar bien; me bauticé en las aguas y renuncié a todo por el Espíritu Santo, cuando lo recibí, fue el día más feliz de mi vida, Él me dio paz, fuerzas y sabiduría.
A través de la fe mi hijo pasó a frecuentar la Iglesia, no fue fácil, pero entendió que sólo Dios podía ayudarlo, se bautizó, recibió el Espíritu Santo, Quien lo transformó en una nueva persona. Hoy, él es feliz, se casó y formó su hogar junto a una joven que comparte su misma fe.
•• Sra. Gloria Villamar junto a su hijo Eduardo