«Crecí en un rancho sin esperanzas y con muchas limitaciones. Desde muy joven me salí de la casa de mis padres y comencé a trabajar, pero mi salario alcanzaba solo para mis gastos. No podía realizar los proyectos que deseaba porque no tenía ahorros para invertir. Con lo que ganaba ni trabajando toda mi vida podría comprar una casa. No tenía perspectivas ni ninguna esperanza para el futuro; me sentía muerto en vida. Intenté aliviar el cansancio físico y mental con alcohol. Viviendo al día no creía que tendría una vida mejor, por ello lo que ganaba como mesero me lo gastaba en alcohol.
Cuando asistí a la Universal encontré esperanza en las promesas de Dios. Sin embargo, no fui constante e hice mi voluntad. Aunque después regresé a buscar la presencia del Altísimo, mi vida no cambiaba porque mi prioridad eran Sus bendiciones. Incluso abrí dos restaurantes, pero me endeudé con ellos. Pensé en rendirme, pero continué porque quería sentirme bien. Por ello esta vez prioricé el Espíritu Santo porque entendí que eso era lo que necesitaba. Le entregué al Señor mi pasado, mi presente y mi futuro; las tristezas, miedos y todos mis sueños, le dije: “no importa si no recibo nada, solo quiero estar contigo hasta el final”. Me entregué por completo y ahí recibí Su presencia.
Desde ese momento tuve paz, incluso cuando había problemas. Usando mi fe, mi economía fue cambiando y me casé, ahora tengo una familia bendecida. Además, pudimos compramos carros nuevos, una casa y tenemos 4 restaurantes. Sin embargo, quien me hace feliz es el Espíritu Santo, porque me asegura que siempre estará conmigo.
Dios honró Su Palabra cuando decidí confiar en Él y practicar Su Palabra. Por ello, lo primero que hago en el día es buscarlo en oración y cuando estoy triste el Espíritu Santo me da fuerzas. En mis negocios siempre actúo con justicia y soy empático con las personas e incluso pido que les vaya bien a los que me hacen daño. Mi pacto con Dios es obedecerlo siempre, porque con mis fuerzas nunca logré nada; todo mi éxito se resume en hacer Su voluntad.» – Claudir Datschuke
Alianza con Dios
Si deseas darle un nuevo sentido a su carrera, la mejor opción es hacer una alianza con el Señor. Para ello, le invitamos a participar cada lunes en la reunión de Prosperidad con Dios, que se lleva a cabo en todas las Iglesias Universal del país (consulta los horarios).
No se pierda estos encuentros, pues cada lunes se estará revelando un secreto que, puesto en práctica con fe, puede abrirte el camino hacia el éxito.