La malicia despierta la curiosidad a lo que es incorrecto, y eso ha llevado a muchos a la ruina espiritual.
Nunca está de más vigilar y guardarse de aquello que desagrada (transgresiones) a Dios, y pedirle al Espíritu Santo un corazón sin malicia, como el de un niño, solo nos hace bien, muy bien.
Por otro lado, debemos tener el entendimiento de un adulto, en lo que respecta al bien y a lo que es correcto y justo, para que nuestras acciones, decisiones y reacciones también sean correctas y justas.
“Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar». 1 Corintios 14:20