La Biblia nos cuenta, que un día una mujer fue encontrada cometiendo adulterio y estaba a punto de ser apedreada por las personas, como la ley lo establecía en aquel tiempo.
“…una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres; ¿tú, pues, qué dices? Decían esto, probándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra. Pero como insistían en preguntarle, Jesús se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra.” (Juan 8:1-7)
Cuando los que estaban presentes escucharon esas palabras, ninguno tuvo el coraje de lanzar la piedra que tenían en las manos, ya que estaban consientes de que todos eran pecadores y también cometían errores.
Y eso es lo que usted, yo y todos debemos aprender. Antes de compararnos con los demás o prestar atención a la vida de las otras personas, primero debemos vernos, juzgarnos y saber quiénes somos y cuántas fallas poseemos en nuestro interior.
¿Qué esta haciendo para que su vida sea otra? Acaso ya pensó que debe cambiar para tener lo que tanto anhela, qué debe hacer, cómo debe actuar frente a las circunstancias para que el resultado sea diferente.
Jesús que no tenía pecado, era el único que poseía el derecho para apedrearla, pero en lugar de coger esa postura de juez y condenarla, él dijo: “yo tampoco te condeno”.
Las personas que se encuentran perdidas, sin rumbo y sumergidas en la completa oscuridad, son a los que recibimos con los brazos abiertos, ya que la Iglesia no es un simple lugar en el que las personas cambian de religión, aquí es un lugar en donde las personas buscan de Dios y lo encuentran.
La religión no da, ni cambia nada, es más solo acarrea problemas y más problemas, y es por eso que los religiosos son los primeros en juzgar y señalar al prójimo en lugar de amarlo.
Jesús vino a este mundo a DAR oportunidades, a salvar al perdido, a rescatar al desahuciado, Él no juzga, ama.
Usted está con su vida literalmente en el “lodo”, la miseria, las enfermedades, deudas, vicios, peleas, es decir, es una escoria para este mundo, pero para Dios eso no importa, a Él sólo le interesa lo que usted aspira ser en el futuro.
Jesús le dio a aquella mujer la oportunidad más grande de su vida y también se la está dando a usted, no la desaproveche, quizás sea la última que tenga.