Durante el tiempo que el Señor Jesús estuvo en este mundo, Él siempre nos dejó Su ejemplo de siervo. Por eso, usted que es un pastor, auxiliar, misionero, un siervo que desea servir a Dios más y mejor, lea este mensaje con atención.
A los 30 años, el Señor Jesús comenzó Su ministerio, y su primera actitud fue bautizarse en las aguas.
- Pero ¿quién llevó al Señor Jesús a bautizarse en las aguas?
Él mismo. Su humildad, Su obediencia al Padre, Su deseo de ser un ejemplo para todos nosotros, para cumplir las Escrituras.
Antes de enseñar, Él quiso ser el primero en practicar. Esto también debe pasar con todos los que fuimos llamados para hacer la voluntad de Dios.
«Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él”. Mateo 3:13
Observe que fue Jesús el que llegó al Jordán para que Juan Lo bautice.
«Pero Juan trató de impedírselo, diciendo: Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?”. Mateo 3:14
Juan, usando el sentimiento, intentó persuadir a Jesús que no Se bautice. Cuidado con las sugerencias que usted recibe, incluso si vienen de un pastor, auxiliar o familiar.
“Y respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora; porque es conveniente que cumplamos así toda justicia. Entonces Juan se Lo permitió». Mateo 3:15
Todo es ahora, viva el ahora. Algunos misioneros, auxiliares y pastores fueron reprobados porque no vivieron el ahora, sino que pusieron su mente en algo que pasó: “Me cambiaron sin explicación”; “Perdí a mi hermano, a mi madre y nadie me dio el pésame”; “Pasé necesidades”; “Fui maltratado”. Es decir, se apegaron a algo negativo del pasado o se preocuparon por el futuro: “¿Cuándo iré a tal lugar?”; “¿Cuándo sucederá eso?”.
- Ser aprobado o reprobado por Dios solo depende de mí, de mis decisiones, de lo que pienso, digo y hago en el presente, en el ahora.
- Justicia es que haga lo que predicaré y enseñaré. Es justo que sea un ejemplo, que sea el primero en practicar lo que enseñaré.
- Si usted no practica, no tiene el derecho de enseñar porque, para que yo sea un ejemplo y pueda pedir que mañana hagan lo que enseño, primero soy yo quien lo debo practicar.
- Antes de hacer la obra debo hacer la voluntad del Padre y, para eso, debo vivir el ahora. ¿En dónde estoy, en qué estoy pensando y qué estoy haciendo ahora?
¿Quién llevó al Señor Jesús para que sea bautizado con Fuego?
El Espíritu Santo. El bautismo con Fuego es un bautismo de dolor, renuncia, de maldad de parte del mal, que intentará usar de todo para que usted sea reprobado.
Atención a la siguiente pregunta: ¿Por qué?
Porque el Espíritu Santo llena, pero el fuego purifica.
Meditaremos al respecto porque necesitaremos practicarlo todos los días de nuestras vidas, porque también somos llevados por el Espíritu Santo, y no por los demonios, al bautismo con Fuego.
El Señor Jesús también fue bautizado con Fuego para dejarnos el ejemplo, para que maduremos, porque Él no fue tentado como hombre, como ser humano en la Tierra.
Él tenía todo para fracasar, más que nosotros, porque Él fue y siempre será perfecto, mientras que nosotros somos imperfectos, ya conocemos el pecado involuntariamente. ¿Quién nos enseñó a engañar, esconder, mentir, incluso cuando éramos niños sin maldad? ¡La naturaleza pecaminosa!
- El bautismo con Fuego es usado y permitido por Dios para que:
- Seamos purificados;
- Reconozcamos nuestros errores, imperfecciones y humanidad;
- Seamos humildes de espíritu.
Estas son las razones básicas por las que nosotros también necesitamos pasar por el mismo bautismo con el Espíritu Santo.
«Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con Fuego». Mateo 3:11
El que desataba las sandalias y lavaba los pies era el siervo menos capacitado, el que tenía más limitaciones e incluso defectos físicos e incapacidades, el menos instruido de todos.
Juan Bautista fue el más grande en espiritualidad, temor, devoción y santidad que los tres hombres que Dios afirmó en las Escrituras Sagradas que más amó: Noé, Job y Daniel, más que a David. Juan no se exaltaba, no se creía superior, no se excluía de sus responsabilidades, así que el mensaje subliminal era: “Si yo, que soy el mayor de los profetas, no me considero nadie imagínense ustedes que no lo son. ¿Por qué ensombrecerse? Más importante que hacer la obra de Dios es hacer Su voluntad”.
- ¿Cuántas veces seré bautizado con Fuego?
El bautismo con Fuego no es solo uno, son varios. ¿Por qué?
Para que sigamos siendo purificados y así maduremos, pero, de ninguna manera será para que seamos reprobados.
Somos honrados por Dios con Su palabra, Su nombre y Su Espíritu, que es todo. Además, Dios nos dio la honra de saber cuál es Su voluntad y formar parte de Su obra, en tiempo completo. Él quiere inspirarnos, usarnos, revelarnos Sus secretos, por eso somos privilegiados.
- ¿Qué encontró Dios en alguno de nosotros para que tuviéramos esa honra?
No tenemos perfección, pero, seguramente, encontró en nosotros lo que encontró en los Profetas, en los primeros discípulos y en los primeros cristianos: sinceridad, fe, amor; deseos de hacer lo correcto, lo justo y lo verdadero.
Esos valores son cosas que Él no encontró en los demás que, incluso tenían más capacidad que nosotros, pero que a causa de la levadura de los fariseos (la religiosidad) y de la levadura de Herodes (la vanidad), fueron excluidos.
Por eso, usted debe aprovechar la oportunidad que Dios le dio de hacer Su voluntad y de servirlo. Si en el camino de la jornada ministerial usted se equivocó o se equivoca busque a las autoridades competentes en su país, región, bloque o estado; para confesar, ser exhortado, aconsejado y disciplinado, pero no para ser excluido, sino para ser purificado. Solo así podrá madurar, corregirse y asumir las consecuencias.
De esta manera, podrá servir más y mejor como Aarón, Miriam, David, Ester, Jonás, Pedro, que fueron reprobados en un determinado momento, pero no ocultaron ni permanecieron en su error.
Claro que sufrieron las consecuencias, pero aceptaron la corrección, fueron purificados, maduraron por medio del bautismo con Fuego y se volvieron aún más sumisos a la voluntad de Dios.
Obispo Júlio Freitas