Yo era gótico, ese era mi estilo de vida. Frecuentaba cementerios y permanecía en ellos hasta el amanecer, allí era el lugar en el que prefería estar. Era también cantante de rock, tomaba mucho y tenía varios vicios. Me gustaba tomar sangre, especialmente la mía, entonces me cortaba para ver mi propia sangre, sentía un enorme placer en ese tipo de cosas. Participé de varios rituales satánicos pesados, llegamos incluso a sentir la presencia de los espíritus. Sin embargo, cuando estaba solo, me sentía triste y vacío.
Oía voces y veía bultos, siempre oía una voz diciéndome que matara a mi familia, a mis amigos y a las personas más cercanas. No tenía ninguna felicidad.
En las encrucijadas me comunicaba con los espíritus, llegué incluso a tatuarme un símbolo egipcio "ankh", el cual creía que era una llave que unía a los dos mundos, el bien y el mal. Cuando estaba en los shows de rock, tomaba sangre con bebida alcohólica. Realmente yo era muy perturbado, tanto que lo mostraba, inclusive, a través de mi apariencia.
Hasta que fui invitado por una obrera a participar de una reunión de martes en la Universal. Allí fui bien recibido, no hubo preconcepto hacia mí. Comencé a participar de las oraciones y reuniones, y fui liberado de todo mal. No fue fácil, pero vencí a todos los demonios a los que servía. Y al recibir el Espíritu Santo fui totalmente transformado, por dentro y por fuera. Fui libre de los vicios, de las ganas de matar a las personas, del placer por la sangre y por los cementerios, de las tristezas, de los vacíos, en fin, de todo el mal que me asolaba. Hoy puedo decir que soy feliz de verdad.
Rodrigo da Silva