Cuando mi hija tenía 2 meses y 15 días de vida fue diagnosticada, a través de tomografías y resonancias, con hidrocefalia.
Me dijeron que la someterían a cirugías para drenar el líquido de su cabeza y así calmar el dolor, pero que no me hiciera otras perspectivas porque ella quedaría en estado vegetativo.
Durante su infancia y adolescencia siguió los tratamientos recomendados por nutricionistas, gastroenterólogos, neurólogos y neurocirujanos. Fue necesario que se le realizará intervenciones quirúrgicas en la cabeza y abdomen. Después le descubrieron un coágulo que le causaba mucho dolor, debilidad y desánimo.
En el 2015 se le realizó una operación para cambiar los aparatos que le ayudaban a drenar los líquidos, aparentemente todo salió bien, pero después de dos días se puso muy mal; los médicos no daban más esperanzas y me dijeron que llamara a toda la familia para que se despidieran de ella. Yo no acepté ese diagnóstico; tenía fe en que Dios la iba a curar, por ello venía fielmente participando en la reunión de sanidad y el milagro sucedió, mi hija no murió. Le realizaron una operación más y gracias a Dios empezó a recuperarse.
Hoy, ella es una joven linda, inteligente y goza de buena salud.
•• Sra. Cristina junto a su hija