Hay una pregunta que no quiere callarse en la mente de muchas personas: "¿Cómo puedo purificar mi alma? ¿Acaso es con ayunos, oraciones largas o con la frecuencia asidua a la iglesia? ¿Es con el empeño de mi trabajo como obrero/a, sosteniendo alfolíes, dando sobres, atendiendo a las personas y expulsando demonios? ¿Será como pastor, obispo, esposa, estando a cargo de una región, estado o país?"
Cada una de estas cosas tiene su importancia en el mundo de la fe en el que vivimos, pero ninguna se compara con la obediencia a la Palabra de Dios. Pedro dice:
Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la Verdad… 1 Pedro 1:22
Nuestra alma solo es purificada cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y pasamos a andar en OBEDIENCIA a la Verdad, que es la Palabra de Dios.
Vea cómo Dios nos ve. Por ejemplo, todos dicen "Yo amo a Jesús…", eso está en los versos, en las prosas y en los paragolpes de los camiones, pero Jesús dijo:
El que tiene Mis mandamientos, y los guarda, ese es el que Me ama… Juan 14:21
O sea, Dios ve nuestro amor por Él no en las palabras dichas en las oraciones, en la alabanza y en las canciones, sino en el SACRIFICIO de obedecer Su Palabra.
De todo lo que tenemos y de todo lo que somos – me refiero a la posición, condición, matrimonio, sueños realizados y a ser realizados, el auto que usamos, la casa donde vivimos, la ropa que vestimos, el dinero que ganamos, el cuerpo que tenemos, etc. – solo existen dos cosas que dentro de 1 trillón de años estarán intactas: nuestra alma y la Palabra de Dios.
Todo se resume en esto: lo que va a quedar de todo lo citado anteriormente es nuestra alma. Si esta está en obediencia a la Verdad (Palabra), vivirá la eternidad con Dios; si está en desobediencia a la Verdad, entonces vivirá la eternidad en el lago de fuego y azufre, es decir, la segunda muerte.
Que Dios tenga misericordia de nosotros.
¡PIÉNSENLO!