Es una oportunidad que se da para que dos personas puedan empezar a hablar, conocerse e incluso, si va todo bien, tomar un café juntos. Es el momento oportuno de conversar con la persona que te interesa e invitarla a participar contigo de la charla de la Terapia del Amor.
Llegué a creer que mi destino era estar sola (…)
Tuve una crianza evangélica pero alrededor de mis 14 años no quise ir más a la iglesia. Tenía mucha tristeza, porque nada me funcionaba; eso desencadenó en mí una depresión muy fuerte. A mis 17 años, apareció el deseo de morir, era como si tuviera personas en mi cabeza diciéndome ‘mátate’. Por otra parte, no lograba establecer una relación con nadie; si yo le gustaba a alguien esa persona a mí no me gustaba o viceversa. Cuando lograba estar con alguien, de un momento a otro, estando todo bien, me decían ‘tú eres una buena persona, pero ya no siento nada por ti’. Llegué a creer que mi destino era estar sola. Así llegué a la Iglesia Universal, perseverando logré liberarme y recibir el Espíritu Santo en mi vida. Guiada por Él, comencé a participar de las reuniones de la Terapia del Amor y agarrándome de la promesa que Dios nos da en Su Palabra “Dios hace vivir al solitario en familia”, entregué mi voto en el Altar y Dios me respondió. Conocí a Roberto, comenzamos una relación la cual se convirtió en matrimonio, ¡Dios cumplió Su Promesa en mi vida!
•• Sra. Edlaine Olivera