Es una enfermedad infecciosa sistémica causada por el Toxoplasma gondii, probablemente el agente productor de la zoonosis de mayor incidencia en humanos. Se estima que el 30% de la población general es portadora del parásito.
Esta se contagia al ser humano a través de diferentes mamíferos y aves contaminadas, siendo el principal huésped, el gato doméstico. También puede producirse al ingerir carne poco cocida y verduras mal lavadas.
Existen dos tipos de toxoplasmosis: ocular y cerebral, que pueden dejar graves secuelas, como el debilitamiento permanente del sistema inmunitario. Fiebre, dolor de cabeza y confusión mental son algunos de los síntomas, que son similares a los de la gripe o incluso al dengue.
Giovana Bustamante, de 16 años, aprendió a actuar por la fe y a depositar toda su confianza en Dios, debido a una enfermedad que repentinamente se desarrolló en su cuerpo. A los 15 años ella percibió que su visión era borrosa.
Se sometió a varios exámenes, entre ellos sífilis, covid-19 y hasta una tomografía. Un análisis de sangre apuntaba la posibilidad de toxoplasmosis.
Giovana también pasó por un oftalmólogo, quien constató la pérdida del 80 % de la visión de su ojo derecho en apenas tres días.
Los resultados de los exámenes, confirmaron que tenía toxoplasmosis. “Cuando me dieron la noticia me sentí muy mal”, relata. Esto marcó un hito en la vida de su familia. Tatiane, de 39 años, cuenta lo que hizo antes de ir al hospital a ver a su hija: “Pregunté a Dios por qué estaba pasando todo esto. Le pedí que me diera fuerzas, porque mi hija necesitaba de mi”.
La respuesta de Dios
Tatiane ya conocía el poder de la fe y empezó a participar los días martes por la salud de su hija. “Empecé a usar mi fe con más intensidad. No soportaba ver a mi hija en esa situación”, afirma.
Giovana dejó que su fe se enfriará, de cierta forma, la noticia de su enfermedad la había dejado atónita. “Al principio me alejé de Dios, porque las medicinas fuertes me dejaban muy débil y, por lo tanto, no tenía fuerzas para ir a la Iglesia a buscar mi cura”.
Giovana percibió que su vista estaba deteriorándose día a día. El médico decía que el daño era irreversible
Despertando la fe
Al combinar el tratamiento médico con el espiritual, Giovana mostraba signos de mejoría. Se repitieron las pruebas después de algunas semanas y no había nada más en los ojos de Giovana. “El médico me dijo que nunca había visto algo así, porque, por lo general, este tipo de enfermedades no tienen cura”, indica.
La familia participó de las Cadenas de Oración buscando restaurar la salud de Giovana a través de la acción de la Fe. Hoy, ella está totalmente curada, su visión fue restaurada y su fe renovada.