¡Buen día, Sra. Cristiane!
Por lo menos es quien espero que también lea este comentario (desahogo). Sra.Cristiane, ¿por qué todo lo que usted hace y es parece ser tan bonito y correcto? Veo fotos suyas en internet y no logro encontrar nada que la condene, veo prédicas, reuniones suyas y no hay ni siquiera una palabra dicha que la desacredite. ¡Incluso su inglés es perfecto! No estoy criticando nada, absolutamente nada. Al contrario, la admiro y en mis oraciones Le pido a Dios ser una mujer virtuosa. Le pido ser tan agradable a Él como usted lo es, como la Sra. Ester lo es, y como toda su familia refleja ser.
Mi mayor pregunta en todo eso es por qué no logro ser tan perfecta como usted. Confieso que su familia y usted son un referente para mí. Y después de haber buscado lo que está en primer lugar en mi vida, el Espíritu Santo, busco ser como las mujeres de su familia.
¿Sacrificios? Ya hice muchos… ¿Diezmos y ofrendas? Doy hasta lo que no puedo. No hablo mal de la vida de nadie, no soy peleadora. Al contrario, vivo una vida simple sin mucho lujo o acontecimientos.
He buscado tanto mejorar, ser diferente, ser más de lo que soy, y todo lo que logro es darme cuenta de que nada parece ser diferente. Mi vida es demasiado pacífica y parece que mis cambios han sido tan lentos como el ritmo de mi rutina.
Mire, ¡ya me libré de todo lo que me condenaba (drogas, sexo y rock'n roll)! Dios cambió mi carácter, mi conducta, mi forma de pensar, de actuar… Está bien, ¿y entonces? ¡Quiero más! Parece que Dios hizo todo eso al principio rapidito solo para impresionarme y conquistarme, y ahora, ¿Él me dejó en "stand by"?
¿Qué más necesito hacer para probarle a Dios que Lo amo y así recibir Sus bendiciones? ¿Qué más quiere Él de mí?
No entiendo cómo sirvo, me humillo y busco a un Dios tan grande que de repente dejó de aparecer en mi vida… Sinceramente no sé qué más hacer, decir e incluso ser.
No entro en profunda tristeza solo porque el Espíritu del Señor está en mí. Pero confieso, no he tenido muchos motivos para glorificarlo últimamente. ¿Es pedir demasiado?
Gracias.
Luiza
Sí Luiza, solo Dios sabe el tiempo que tardé para salir de mi capullo.
Aparentemente ya tenía todo. Tenía una familia feliz. Tenía salud. Me había casado con un hombre de Dios. Tenía amigas de verdad. Incluso el Espíritu Santo ya tenía… Tenía todo y aún así me sentía inferior a todas las demás mujeres. ¿Sabe cuánto tiempo tardé para caer en la realidad de que no era una persona cualquiera? 12 años. Fueron 12 años con ese sentimiento que usted describe en su comentario. 12 años de inferioridad. 12 años de inseguridades. 12 años de timidez y miedo. 12 años de total anulación del propio Espíritu Santo en mí.
Como ya era esposa de pastor en esa época, incluso ayudaba un poco a las otras mujeres. Atendía a las mujeres en la iglesia, oraba por ellas, trabajaba como obrera y hacía todo para agradar a las personas a mi alrededor. Cuanto más hacía, más inferior me sentía, ¿y sabe por qué? Porque no me aprobaba y por eso necesitaba demasiado la aprobación ajena.
El día en el que mi padre me dijo: "Ve y ayuda a las mujeres en la Iglesia", podría haberle dicho que ya lo hacía, pero no. En el fondo, sabía que todo lo que hacía por ellas era limitado a mis inseguridades. No me veía capaz de marcar la diferencia. En ese momento, fue como si el propio Dios hubiera hablado conmigo a través de él… la venda de mis ojos cayó y finalmente creí que Dios contaba conmigo – no por lo que yo hacía, sino por quien yo era.
Luiza, nunca más fui la misma después de ese día. Pero el cambio exterior no sucedió en ese momento, fue sucediendo diariamente, poco a poco, a medida que actuaba sobre esa fe. El cambio inmediato sucedió en mi interior, en la manera que empecé a verme. Creí de cuerpo, alma y espíritu que Dios contaba conmigo. Y es ese cambio el que necesita aceptar dentro de usted. Mientras quiera ver para creer, no estará actuando por la fe.
No soy perfecta y todavía estoy en fase de crecimiento, ¿quién no lo está?, ¿no es cierto? Equivocarnos, todas nos equivocamos. Inclusive, trato de mostrar mis errores en los libros, blogs y charlas que hago, justamente para mostrarles a todas las mujeres que, por más que no seamos perfectas, sí podemos marcar la diferencia en este mundo. ¿Quién dijo que Dios elije la perfección? Al contrario, Él tiene placer en elegir a las cosas débiles de este mundo, pues en nuestra debilidad, Él es glorificado.
Quizás lo que le falta es justamente dar lo que Él le ha dado. Quien da, recibe. Quien no da… nunca recibe. Quien se queda esperando recibir, nunca da nada y, por eso, nunca recibe nada.
En la fe,