Estaba leyendo sobre Débora, la primera jueza que menciona la historia, y que se transformó en la “Madre en Israel” (Jueces 5:7); y nació en mí, la curiosidad de saber el significado de su nombre: en Hebreo significa abeja. De ahí, surgió la pregunta: ¿Por qué abeja?
Entonces, busqué las características que tienen las abejas y que se asemejan a esa supermadre. Como madre aprendí una gran lección.
Las abejas forman una Superfamilia llamada Apoidea: tener una superfamilia es el deseo de toda madre, pero lo que ella debe entender es que para alcanzar ese objetivo, ella es la pieza principal. A través de su poder de influencia, ella puede formar su superfamilia que no es una familia sin problemas, pero sí con principios y valores de la fe.
Las abejas realizan un importante trabajo al colaborar en la polinización de las plantas. Al alimentarse de las flores, terminan cargando junto a su cuerpo el polen para otras flores, haciendo posible la reproducción de las plantas más variadas: el poder de influencia de la madre, lo que ella transmite a través de su ejemplo, de su carácter queda grabado en ellos para siempre y pasa para sus hijos y para los hijos de sus hijos aquello que carga tanto positivamente como negativamente.
Las abejas se alimentan del néctar de las flores que succionan con su lengua: la madre con sus palabras puede bendecir o maldecir a sus hijos. Es una autoridad que le fue confiada. Lo que sale de su boca muestra de lo que ella se ha alimentado y de lo que carga en su interior.
El cerebro de la abeja tiene 950 neuronas aproximadamente. Las abejas saben usar prudentemente sus pocas neuronas: la mujer tiene billones de neuronas, pero muchas las usan muy poco. ¿Cuántas madres actúan irresponsablemente, no considerando las consecuencias que sus actitudes producen en ella y en sus hijos?
La abeja tiene cinco ojos, que permiten que estos insectos vean una luz polarizada, una luz que los humanos no pueden ver: la madre es capaz de ver lo que nadie ve en sus hijos ya sean cualidades o defectos. Algunas ven, pero no le dan importancia a los errores que cometen sus hijos, y por eso no los corrigen. Incluso se quedan enojadas cuando alguien reclama de ellos. Así como todo en la vida requiere de equilibrio, así también es en su manera de ver. Usted no debe cerrar los ojos para los errores de su hijo, y sí corregirlo. Use la disciplina, pero sin recordarle todo el tiempo el error que cometió. Su papel es el de enseñar y no el de acusar. Y, en cuanto a las cualidades de su hijo, busque apreciarlo, recompensarlo, ayudarlo a avanzar, valorizando así lo que es bueno y eliminando lo que es malo.
Dependiendo de la especie, la abeja puede tener aguijón o no. Las abejas que tienen aguijón solamente pican cuando se sienten amenazadas. Después de picar, mueren. Es un ataque suicida: muchas madres llevan dentro de sí este aguijón. Son heridas internas como odio, rencor, amargura, depresión causadas por un trauma, una situación negativa que vivieron, un pasado de agresiones físicas, verbales o psicológicas; y por no haber sido curadas de esos aguijones que la vida les dio, salen hiriendo a otros, principalmente a sus hijos que no tienen la mínima culpa. Con cada aguijón que clava, va perdiendo vida, fuerza y esperanza de ser feliz.
Colaboró: Eliete Fraga.