Crecí en una familia de cuatro hermanos y padres analfabetos, debido a la falta de recursos. Siempre he tenido dificultad para leer y expresarme. Nunca tuve a alguien para tomar como referencia en mi vida. Me crié en un barrio muy pobre, por eso me aventuré a vivir en la ciudad, ya que quería salir adelante. Como ya estaba acostumbrado con la miseria, no tenía problemas para vivir donde sea. Por seis años me cobijé en una casa vieja. Busqué empleo en diferentes lugares, y cuando me preguntaban de dónde era, porque llenaba las chas con muy mala ortografía, al decir que era del interior del país me decían que ellos no tenían vacantes para analfabetos.
Extrañaba mucho a mi madre, pero siempre que la llamaba ella me decía algo negativo que me deprimía.
Así llegué al Congreso para el Progreso, donde me llamó la atención, la fe que enseñaban. Al poco tiempo entendí que debía tener un Pacto con la Palabra, y aunque siempre tuve dificultades para leer y escribir no tuve ninguna dificultad para obedecer el Pacto.
La obediencia a la Palabra del Pacto me transformó.
Tras colocar en práctica todo lo que me fue enseñado, me volví un hombre seguro, con una nueva visión y mentalidad. Dios me dio una idea y comencé a trabajar para hacerla realidad y hoy tengo dos empresas donde se fabrican todo tipo de fundas; conquisté una vida nanciera próspera, adquirí bienes, pero sobre todo tengo a Dios en mi vida.
•• Empresario Adaisio C.