Recientemente, compartieron conmigo un video de un programa americano llamado “Moment of Truth” (Momento de la verdad) cuyo episodio específico terminó con la vida de una participante. Para ganar 300 mil dólares, ella tenía que pasar por una pre-entrevista usando un detector de mentiras. A partir de ese momento, ella solamente podría decir la verdad a las preguntas que el programa elegiría delante de una platea, de toda su familia y en un canal nacional.
Por cada respuesta verdadera, ella acumularía ese valor en dólares; pero si mintiese solo una vez, perdería todo además de ser descalificada. Miren cuán delicadas eran las preguntas…
Pregunta: ¿Usted robó en su lugar de trabajo y por eso perdió su empleo?
Respuesta: Sí, sucedió una vez; pero yo ya cambié.
Pregunta: ¿Usted se pone feliz cuando a sus hermanos les salen las cosas mal?
Respuesta: Sí.
Pregunta: ¿Usted prefiere ayudar a un perro de la calle en lugar de una persona en situación de calle?
Respuesta: Sí.
Pregunta: ¿Usted está en contacto con sus ex novios a escondidas de su marido?
Respuesta: Sí.
Pregunta: Cuando usted se casó, ¿todavía estaba enamorada de su ex?
Respuesta: Sí.
Pregunta: Si su ex le pidiese dejar a su marido para casarse con él, ¿usted lo dejaría?
Respuesta: Sí.
Pregunta: ¿Usted ya tuvo relaciones sexuales extracónyugales?
Respuesta: Sí.
¿Usted consigue imaginarse la cara del marido de ella? ¿De los padres? ¿De los hermanos? ¿De sí misma? Por cada pregunta que ella respondía, yo sentía aún más el dolor de aquella mujer…
Por dinero, ella estaba destruyendo no solo su reputación sino también su matrimonio y vínculos. Sin embargo, lo que me intrigó realmente fue la última pregunta que ella respondió:
Pregunta: ¿Usted se considera una persona buena?
Respuesta: Sí.
Y con esa respuesta, ella perdió todo el dinero porque no dijo la verdad. Entonces, el conductor le preguntó por qué, después de pasar por todo lo que pasó, ella mintió en la última pregunta y es aquí dónde me quiero enfocar en el post de hoy: ella dijo que creía que estaba diciendo la verdad, pues muchas cosas sucedieron en el pasado y ella ya las había cambiado. Ella no imaginaba que lo que estaba respondiendo no era la verdad y sí lo que a ella le gustaría responder.
El hecho es que, en el fondo en el fondo, nadie se cree bueno y nadie es bueno. Nosotros podemos no haber hecho lo que ella hizo, pero…¿cuáles serían nuestras respuestas a las siguientes preguntas?
¿Usted ya juzgó a alguien?
¿Usted ya envidió a alguien?
¿A usted ya le gustó ver que a alguien le va mal?
¿Usted ya deseó algo que le dio miedo de exponer?
¿Usted ya omitió la verdad?
¿Usted ya habló mal de alguien?
¿Usted ya se quedó con rabia de alguien?
¿Usted ya quiso el mal de alguien?
Son preguntas que nunca nos gustaría responder, pues la respuesta es vergonzosa. ¿No es cierto? ¡Somos malos por naturaleza! Tenemos muchas cosas en nosotros que no conseguimos compensar con buenas obras. Y, es por eso que no podemos juzgar a esa mujer o a cualquier otra persona que pensamos que hizo cosas peores que nosotros. De hecho, aparentemente puede ser hasta peor, pero la realidad es que todo entra dentro de la misma categoría: iniquidad.
“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga que en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. (Mateo 7:1-5)
¡Es por eso que todas precisamos ser salvas! Nadie puede ser salva solamente por su propia justicia, solo porque hace buenas obras, solo porque nunca robó, traicionó o mató.
Su marido erró con usted, pero usted erró con él también. Tal vez, no con la misma moneda, pero en lo más íntimo usted sabe que se equivocó aunque haya sido simplemente por haberse casado sabiendo que él no estaba preparado para el compromiso. Usted erró al entregarse a alguien que no se había entregado para usted, usted erró al dejarse llevar por el corazón, usted erró al haber hecho de él el sol de su planeta.
Sus padres erraron con usted; sin embargo, usted erró con ellos también. Usted erró, usted se ha equivocado y usted necesita dejar de equivocarse para que cosas peores a las que ya le pasaron no le vuelvan a suceder.
El jueves pasado, 12 de enero, comenzamos una serie de conferencias llamada “Las 7 fases para la reconstrucción del yo” que durará siete meses. La propuesta no es que solo haya un cambio en su vida amorosa, comenzando por su interior, sino que haya una verdadera novedad de vida. Es limpiar todo, eliminar todo y comenzar todo de nuevo…y no, eso no es imposible. Eso fue lo que el rey David hizo después de haber usado su autoridad para cometer adulterio y asesinato. Si usted lee el Salmos 51, verá cuán quebrantado quedó él después de reconocer su pecado. Además, es lo que nosotros que estamos en este propósito, estamos haciendo esta semana: meditar en el Salmo 51, escribirlo a mano en un papel para que quede bien definido para nosotros el tipo de espíritu que tenemos que tener al comenzar esa reconstrucción del yo.
¿Reconoce que precisa comenzar una nueva vida? ¿Reconoce que no es tan buena así como piensa ser? Usted está invitada a venir este jueves a las 10, 15 y 20 hs en el Templo de Salomón o en una localidad de la Terapia del amor más cercana a usted. Acceda al site terapiadoamor.tv para más información, recordando que es todo gratuito. En caso de que usted no pueda estar presente por alguna razón, las charlas del Templo de Salomón son transmitidas en vivo por la plataforma univervideo.com, y después almacenarlas para verlas de nueva, a la hora que quisiera.