Infelizmente no son pocos los hombres dando declaraciones que no coinciden con sus actitudes. Y los motivos de eso son muy variados; la persona puede estar queriéndose mostrar o encontrar ventaja; tener vergüenza de lo que hace o piensa y, por eso, defiende verbalmente otra posición; quiere agradar a otras personas; mintiendo para conseguir algo.
Como el marido que dice que ama a la mujer y no es el ni a la propia sombra; el padre que obliga al hijo a comportarse, pero él mismo es violento delante del hijo (que lo imitará en el futuro); el colaborador que dice vestir la camisa de la empresa pero fuerza horas extras para ganar más.
¿De dónde viene la certeza?
Cada persona es aquello que hace, no apenas lo que piensa o habla. El hombre inteligente mantiene su palabra, pensamiento y sus actitudes en comunión, no actúa diferente por quien está cerca o de acuerdo con el momento. Y esta certeza sólo el Espíritu Santo es capaz de dar. Quien lo tiene en sí, no tiene dudas ni titubea frente a otras personas o situaciones adversas. “Antes bien, sea vuestro hablar: «Sí, sí» o «No, no»; y lo que es más de esto, procede del mal.” San Mateo 5:37