El verbo bendecir aquí sugiere mucho más que una simple promesa de cosas materiales. El Señor ya había prometido hacer de Abraham una gran nación, o sea, bendecirlo. Esa segunda gran promesa habla de algo más significante.
¿Cómo es la vida de una persona bendecida?
¡Exactamente como era la vida de Abraham! Su pri¬mera bendición fue su familia, y después las conquistas materiales.
Cuando se separó de Lot, por ejemplo, a Abraham no le importó el lado que le tocaría, porque estaba seguro de que donde fuese, sería victorioso.
Muchas veces cristianos inescrupulosos se olvidan de que el propio Dios dijo: » Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará? » (Isaías 43.13).
No sirve de nada intentar bloquear, impedir o actuar de mala fe para perjudicar a alguien que fue elegido y bendecido por Dios. Por más que intenten hacerle daño, Dios es con él y punto.
Quien fuere sabio, jamás se separará de los elegidos por Dios. Abimelec, que era rey de Gerar, reconoció que Dios era con Abraham y quiso hacer alianza con él. ¿Sirve de algo luchar contra él? ¿Intentar destruirlo? ¡Claro que no!
Cuando Dios escoge a alguien para bendecirlo, infelices serán aquellos que levantaren acusaciones contra él, pues serán vistos como oponente de Dios.