“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” Juan 7:37-38
Así cómo fue determinado durante los 21 días del Ayuno de Daniel, en una sola fe, la multitud buscó el Espíritu Santo y aquellos que creyeron en la promesa realizada por el Señor Jesús, vivieron la increíble acción del Todopoderoso llenándolos de Su Espíritu, tornándolos así en una fuente de vida.
Más que una experiencia pasajera, este día quedará marcado en la memoria de muchos que fueron llenos del Espíritu Santo. “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” Hechos 2:1-4