Cuando tenía 9 años de edad, mi hermano fue asesinado por estar involucrado en el mundo del crimen, después de ese hecho mi familia y yo caímos en depresión, primero fue mi madre, empezó a encerrarse y a no querer ver a nadie, yo no entendía nada, pero ese alejamiento me hacía sentir mal, me volví rebelde, me involucré con malas amistades, andaba en estas y en relaciones conflictivas, sentía un vacío tan grande que sólo deseaba morir.
Fue así que llegué a la Iglesia Universal, participando de las reuniones de liberación, fui libre de todos esos males que me atormentaban hoy tengo la presencia de Dios en mi vida, soy feliz gracias a la transformación que Dios hizo en mí.
••• Ingrid Otaviano