Quien comete sus propios errores y aprende de ellos es astuto. Quien aprende de los errores de los demás es sabio.
Lamentablemente, la tendencia humana es la astucia, no la sabiduría. Hay más gente ignorando las lecciones a su alrededor que aprendiendo. Hay jóvenes a los que les gusta exclamar ante los adultos: “¡Tengo derecho a equivocarme! Déjame cometer mis errores…”
Imagínese las oportunidades que usted tiene de ser sabio y colocarse adelante de la mayoría…