«Me diagnosticaron un soplo en el corazón, sentía un fuerte dolor que me paralizaba y me impedía respirar. Mi mamá buscó ayuda en centros espiritistas, me hicieron algunos rituales y me pidieron invocar a una persona fallecida. Pero en lugar de mejorar, se me empezó a subir el muerto y las puertas se abrían solas. Comencé a sentirme muy triste; lloraba hasta quedarme dormida. Después encontramos brujería y nuestra economía se vino abajo.
Por las deudas, mi mamá perdió la casa; nos cambiamos 7 veces de domicilio porque no podíamos pagar la renta. Finalmente, me llevaron a la Universal, y allí, al abrir mi corazón a Dios, Él quitó mis dudas. Busqué ser libre de mis males obedeciendo su Palabra con fe; así conseguí mi sanidad y se me quitó la depresión y el miedo. Sin embargo, aún no buscaba al Señor con seriedad.
Con el tiempo, desarrollé un fuerte odio hacia una persona que me había lastimado, al punto de llegar a planear quitarle la vida. Pero Dios me mostró que la forma de acabar con mi dolor no era la venganza, sino tener Su Espíritu en mi interior. Me arrepentí de mis malos sentimientos, perdoné a esa persona y le pedí perdón. Fue así como Él me dio paz.
Actualmente soy feliz y tengo un buen empleo. Confío en las decisiones que tomo, pues Él me guía a hacer siempre lo correcto. Además, sé que todo es posible a través de la fe en Él, pues Su voluntad es buena, agradable y perfecta.» -Alma Morales
Aprovecha esta invitación
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