Aunque nos cueste aceptarlo, la dieta de los ecuatorianos es excesivamente dulce, salada, grasosa y abundante. Con una alimentación así jamás tendremos una microbiota (flora) intestinal adecuada.
“No tenemos suficientes nutrientes para que nuestra flora se desarrolle adecuadamente. Lamentablemente, todos los días comemos pan, arroz y bebidas gaseosas y estos hacen que las bacterias patógenas se multipliquen debido a que también hay un aumento del hongo cándida albicans a quien le encanta el azúcar y está relacionado con el desarrollo de cáncer”, revela el médico alternativo y máster en química farmacéutica Leonardo López Guzmán.
En conclusión, nuestra ingesta de probióticos es baja. Si bien, el yogur es la fuente más conocida a partir de los 25 años el consumo de lácteos está desaconsejado.
Entonces ¿cómo resolver la suficiente ingesta de bacterias buenas? Sencillo, alimentando bien a las existentes. Esto se logra mediante los prebióticos. López, también especialista en fitoterapia, explica que los prebióticos son el sustrato, la base sobre la cual se desarrolla la bacteria buena.
No es más ni menos que la inulina, una fibra presente en plantas como achicoria y la jícama, alimentos muy poco consumidos en nuestro medio y que rara vez están en los supermercados. López asegura que la jícama es altamente consumida en Japón y se caracteriza por su gran sabor dulce pero que no altera el nivel de azúcar en la sangre.
Es un vegetal perfecto para los diabéticos. Los prebióticos no son digeribles o absorbibles y solo tienen efectos fisiológicos a nivel intestinal. Cuando llegan al colon son fermentados por las bacterias que a su vez se alimentan de esta fibra. (F)
fuente: el universo