Comprenda la importancia de participar de las reuniones de miércoles para alcanzar estos dos tipos de nacimiento.
Jesús fue incisivo cuando dijo:
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Juan 3:5
En este diálogo entre Él y Nicodemo, Jesús dejó en claro que sólo aquellos que han experimentado el nuevo nacimiento, tanto de agua como del Espíritu, están aptos para entrar en el Reino de Dios. Es decir, para alcanzar la Salvación del Alma.
De ahí la importancia de que comprenda lo que significa cada uno, cómo y cuándo suceden:
¿Cómo nacer del agua?
Cuando la persona decide bautizarse en las aguas está diciendo que acepta al Señor Jesús como Señor y Salvador y que, a partir de ese momento, obedecerá Su Palabra, que abandonará sus proyectos personales para vivir para Dios.
“El bautismo en las aguas es un sepultamiento, es el entierro de esa persona. Ella va al bautismo en las aguas como si fuera a ser sepultada en el cementerio. Una persona enterrada ya no puede vivir para sí misma, ella va a vivir para Dios. Ella saldrá de las aguas para vivir en novedad de vida. Esta novedad de vida ocurre cuando el Espíritu Santo la conduce a vivir en contra de este mundo, dejando sus objetivos personales sepultados, y allí nace una nueva criatura”, destaca el obispo Macedo.
También señala que el paso del pueblo de Israel a través del Mar Rojo, después de salir de Egipto, simbolizó un nacimiento. Así como el paso por el río Jordán, antes de entrar en la Tierra Prometida, significó un tipo de bautismo. Cuando Jesús vino, dio continuidad a eso.
¿Cómo nacer del Espíritu?
Es el Espíritu Santo el que nos hace nacer de nuevo, tener una nueva vida y ser nuevas criaturas. Él realiza un trasplante de carácter en nosotros. Saca nuestro «yo», que es malo, y nos da el Suyo, que es santo, irreprensible. Él es quien nos conduce al Reino de Dios.
Y cuando hay una dependencia de Él, cuando tenemos una conexión íntima y verdadera con el Espíritu Santo, Él guía sus pensamientos y toda su vida.
El Obispo señala que la persona que nació del Espíritu, que tiene el Espíritu Santo, no consigue guardar rencor, ella perdona. “La persona que nace del Espíritu no es estafadora, engañadora, mentirosa, ladrona, mal carácter; ella honra su palabra”.
Si usted desea nacer del agua y del Espíritu sinceramente, participe de las reuniones que acontecen todos los miércoles en la Av. de Las Américas 305 o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar, a las 7h, 10h, 15h y especialmente a las 19h.