Mi vida era un caos, tenía problemas en todas las áreas de ella.
Sufría de constantes dolores en la columna y pies, iba al médico hacía lo que él me indicaba, pero no veía una mejoría, éste estado me llevaba a sentirme frustrada y a veces una carga para los que me rodeaban.
En mi matrimonio tenía muchas peleas con mi esposo, nos heríamos e irrespetábamos verbalmente, y después de las discusiones nos quedábamos semanas sin hablarnos, tenía tanta amargura por dentro que incluso veía esa misma historia repetirse en la vida de mi hijos que estaban casados, era como una plaga de destrucción en nuestras familia.
Como cualquier persona llegué a pensar que todos esos problemas eran algo normal, pero en el fondo siempre tuve sed de ser feliz y encontrar paz en mi interior.
Mi esposo siempre veía el programa de TV de la Iglesia Universal y me dijo que lo acompañara porque ahí recibiría el milagro de ser curada y no acepté, siempre pasaba por enfrente de la Iglesia pero no me animaba a entrar, hasta que no soporté más la situación que vivía, estaba desesperada y un día decidí entrar a la Iglesia, desde el primer día mi visión cambió, aprendí a perseverar a creer de verdad en la Palabra de Dios, participé de la Hoguera Santa y fui completamente curada, mi matrimonio fue restaurado, fuimos liberados de todos los males que hacían de nuestro hogar un lugar lleno de pleitos.
Hoy en día se lo que es tener paz, ser feliz y no por las cosas que he logrado, sino porque Dios pasó a ser parte de mi vida. Yo aprendí que la fe práctica y la obediencia a la Palabra de Dios, son un arma eficaz contra todos los problemas, pues fue de esa manera que vencí, gracias a Dios.