Hijo mío, guarda mis palabras, y atesora mis mandamientos contigo. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi enseñanza como la niña de tus ojos. Atalos a tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: tú eres mi hermana, y llama a la inteligencia tu mejor amiga, para que te guarden de la mujer extraña, de la desconocida que lisonjea con sus palabras… Ahora pues, hijos míos, escuchadme, y prestad atención a las palabras de mi boca. No se desvíe tu corazón hacia sus caminos, no te extravíes en sus sendas. Porque muchas son las víctimas derribadas por ella, y numerosos los que ha matado. Proverbios 7: 1-5, 24-26
Esa mujer extraña descrita en el libro de Proverbios 7, es un espíritu de seducción, este mal es lo que lleva a muchos a desobedecer la Palabra de Dios, pues muchos caen en la seducción de hacer lo que es incorrecto, como Adán y Eva, que, al ser seducidos por la propuesta de ser iguales a Dios, terminaron pecando contra Él, luego de lo cual, sus vidas se volvieron un caos. En los días de hoy, sucede lo mismo, sin embargo, cabe a cada uno resistir y decir no al pecado, a lo que desagrada a Dios.
No hay nada más importante que guardar la Palabra de Dios, pues el espíritu de seducción está en constante acecho queriendo derribar al ser humano. Fuimos salvos, estamos salvos y seremos salvos si permanecemos, para lo cual necesitamos temer a Dios, es decir, temer perder nuestra comunión con Él.
Todos somos conscientes de que, los milagros físicos, en la economía, familia, etc., no son garantía de que una persona permanezca en la fe, pues muchos que recibieron milagros abandonaron a Dios.
Entonces, ¿qué sustenta a la persona al punto de permanecer en la fe? El bautismo con el Espíritu Santo, Él es quien estuvo con el Señor Jesús cuando fue tentado, Él lo ayudó a permanecer rme en Su creencia, lo mismo sucedió con Pedro, que negó a Jesús tres veces, pero después que recibió el Espíritu Santo, nunca más lo hizo, incluso, prefirió ser crucificado de cabeza antes que negarlo.
En la vida de todo ser humano habrán momentos maravillosos, en los cuales reirá, pero también habrán momentos difíciles, persecuciones, injusticias, momentos de pérdidas, en los cuales necesitará del Espíritu Santo para permanecer creyendo en la promesa de la salvación, que es lo más importante a lo largo de toda su vida.
Un día decidí colocar a Dios en primer lugar
Debido a un quebranto en mi salud llegué a la Iglesia Universal a los dieciocho años buscando sanidad, la que alcancé a través de la fe.
Con el paso del tiempo aprendí a usar mi fe y comencé a luchar por diversas bendiciones. Me casé, tuve a mis hijas, sin embargo, no tenía paz, me sentía triste y vacía, recuerdo que antes pensaba que si era sanada y obtenía la prosperidad sería feliz, pero eso no sucedió, al contrario, era una mujer amargada y tenía problemas en mi matrimonio.
Pero un día, el pastor habló a profundidad del Espíritu Santo, entonces entendí que Él debía ser lo primero en mi vida. Comencé a buscarlo. Un día, al llegar a casa aprovechando que mi esposo se había ido al trabajo comencé a hablar con Dios con sinceridad sobre mi necesidad de tener el Espíritu Santo y Lo recibí.
Experimenté una alegría que nunca antes había tenido, ni siquiera cuando me casé o cuando nació mi primer hija. El Espíritu Santo me transformó en una nueva mujer, hoy tengo paz, alegría, equilibrio emocional, Dios me dio sabiduría para vivir en armonía con mi familia y además me dio una fe inquebrantable que me ayuda a vencer las luchas.
SRA. LEONELA G