El Señor Jesús es nuestro ejemplo de hijo de Dios. En Él tenemos el modelo de cómo debe ser el verdadero hijo de Dios. Cuando estuvo en la Tierra, todo su sacrificio, vida ejemplar y obediencia, fueron voluntarios, no obligados. Y por eso el Padre también le devolvió la vida a Su Hijo (resucitándolo). Le dio un nombre que está sobre todo nombre… literalmente le dio todo.
“Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre”. Juan 10:17-18
“Todo lo que tiene el Padre es mío”. Juan 16:15
El hijo de Dios vive para el Padre, no apenas para sí mismo.
Muchos ya ofrecieron su tiempo, obediencia, dinero, arriesgaron su vida, reputación, por sí mismas, por otras personas o situaciones y esa es la razón por la cual muchos no se han convertido en Hijos de Dios, porque aún no se entregaron por completo a Él, y lo que es peor, dan más para este mundo, pero no para Dios.
Muchas personas piensan que talvez el cambio de vida esté en otro lugar, barrio, provincia o país, sin embargo, Dios prometió para Sus hijos, que todo lugar donde pise la planta de sus pies será de ellos, eso quiere decir, que la bendición no está en los lugares, sino en la propia persona, si ella se vuelve hija de Dios.
Si usted anhela que Dios lo trate como hijo y le de todo como al Señor Jesús, entonces, tome la decisión de vivir para Él y haga más por Él que lo que ha hecho por sí mismo o para este mundo.
El sacrificio que el Señor Jesús ofreció en el Monte Calvario en obediencia a Su Padre para salvar a toda la humanidad, estuvo por encima de lo habitual. Y cuando usted sube al Altar con el verdadero sacrificio, Dios le espera para recibir su vida vieja y darle una nueva.
Cuando la entrega en el Altar es completa, Dios le colma de honra como lo hizo con el Señor Jesús.
El 2023 será el mejor año para aquellos que creen.