Sea en Dios, en nosotros mismos o en nuestros objetivos, no tenemos nada que perder cuando CREEMOS. Actualmente, muchas personas no consiguen superar los obstáculos que surgen en sus vidas y dejan que los pensamientos negativos se apoderen de su mente, justamente por el hecho de no creer en nada. Muchas veces ni en ellas mismas. No tenemos nada que perder cuando creemos, pero tenemos todo a perder cuando no creemos, si decide no creer hasta lo poco que tiene perderá. Aunque diga: ‘yo no tengo nada’, si decide creer, ¡alcanzará todo! Todo en la vida exige una creencia, sea en la vida sentimental, la reconstrucción de la familia, una vida económica estable, el equilibrio emocional, el éxito profesional, etc., todo exige una creencia, y ésta va de la mano con la confianza, la que debe ser ejercitada ya que siempre surgirán obstáculos, dificultades, pero que pueden ser superados si alimenta su creencia con la confianza. La base de todo esto es la Fe, la certeza. Y porque tenemos certeza es que creemos, y consecuentemente confiamos.
Lo que se aprende en la reunión del Encuentro con Dios realizada a cada mañana de domingo, son pautas para la realización personal de cada miembro que llega para dar inicio a una semana en la que se espera que cosas nuevas surjan.
Es por esto que son realizadas varias oraciones a favor de la necesidad de cada ámbito de la vida de una persona: económico, sentimental, espiritual, familiar y físico; porque estas áreas hacen de cada uno, un ser realizado y feliz. Siendo la espiritual el área más importante, pues si hay equilibrio emocional todo lo demás estará bien.
“No tuve otra alternativa que vender todas las cosas que tenía porque me había quedado desempleada y no encontraba una manera de salir adelante. Recuerdo que vendí un auto para poder darle de comer a mis hijas”, cuenta y agrega que no solo tenía problemas económicos.
“Yo estaba con problemas en la columna y por las preocupaciones tenía el vicio del cigarrillo que también perjudicaba a mi organismo. Mi esposo estaba enfermo de cáncer y mis hijas constantemente sufrían dolores de cabeza y gastritis”, cuenta.
Sus hijas también sufrían tormentos espirituales y Zulema no sabía como ayudarlas. Recién cuando descubrió el camino de la fe entendió que la oración de una madre tiene un gran poder y comenzó a orar por sus hijas, entonces de a poco comenzaron a ir con ella a la iglesia. Así, juntas lucharon por toda la familia y cambiaron su historia para siempre.
“Cuando conocí la Universal empecé a participar de las reuniones de viernes y domingo, así fui libre del cigarrillo y mis problemas de columna desaparecieron. Recuerdo que me hacía muy bien participar de las reuniones porque comencé a estar más tranquila y con paz. Sabía que había encontrado el lugar indicado para solucionar mis problemas. En las reuniones pedía por mi familia y de a poco mis hijas también comenzaron a participar conmigo de las cadenas de oración por la familia. Empezamos a luchar juntas y Dios nos fue dando la solución a todos los problemas económicos y de salud. Lo principal fue nuestro cambio interior y que Dios restableció nuestra salud completamente porque yo fui curada, mis hijas y mi esposo también. Hoy nuestra familia está en la presencia de Dios, tenemos estabilidad económica, nos recuperamos del peor momento que enfrentamos y vivimos felices porque sabemos que tenemos un Dios Vivo que nos respalda”, finaliza