Muchas personas cuando encuentran un obstáculo en su camino, intentan quitar con sus propias fuerzas ese obstáculo, la persona se esfuerza y sacrifica lo que sea necesario con tal de alcanzar lo que desea.
Este ejemplo también se aplica cuando la persona pasa por un problema, sea económico, de salud, judicial, familiar, etc.
Por alcanzar la felicidad, la persona es capaz de sacrificar lo que sea con tal de conquistarla, y cuando hizo de todo y no la alcanzó, empieza a sentirse frustrada, tiende a desanimarse, a creer que es imposible, que nunca lo va a conseguir.
Lo que la persona no se ha dado cuenta, es que ella no vence porque está sola, o sea está luchando con sus propias fuerzas y por más que lo intente no lo va a lograr, porque necesita la ayuda de alguien mucho más fuerte y poderoso, ese alguien no es otra persona sino el propio Dios, Él es el único que está dispuesto a socorrernos en el momento de angustia, cuando hay esa entrega sincera, ese pedido de auxilio que sale de lo profundo del alma, Dios oye la oración y trae la ayuda que tanto necesita, pero debemos confiar, o sea tener fe y creer que el milagro sucederá.
En la Palabra de Dios dice: “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible” Marcos 9:22
“(…)Sólo Dios puede ayudarte a vencer cada uno de los obstáculos…”
LO IMPOSIBLE SE VOLVIÓ POSIBLE
Todo empezó con un dolor de cabeza, pensaba que era normal, pero tiempo después, me desmayé en el auto.
Mi esposa rápidamente me llevó al hospital, me realizaron varios exámenes, uno de ellos mostraba que tenía una hemorragia en el cerebro.
El médico le indicó a mi esposa que una arteria principal se había roto y también le advirtió que era probable que no saliera con vida, pues había sufrido un derrame cerebral.
Los médicos armaron que viviría en estado vegetativo, pero, mi esposa quien es una mujer de fe, no se derrumbó con aquella noticia, en ningún momento ella aceptó esas palabras, inclusive los médicos le pidieron que se despidiera de mí, pero él la tenía la convicción de que Dios haría que lo imposible se vuelva posible.
Ella empezó a participar en las reuniones, pidiendo a Dios que el milagro acontezca. Después de pasar 14 días en coma empecé a mejorar, aunque desperté y pude hablar, los médicos decían que debían hacerme otra operación ya que no me encontraba bien, pero al realizarme nuevamente estudios constataron que estaba curado, dos días después fui dado de alta, no tuve que ser operado, Dios realizó el milagro de la noche a la mañana.
Hoy estoy sano y no he tenido secuelas por el derrame cerebral. Soy un testigo vivo de que nada es imposible para Dios.
•• Sr. Jhonny Rodrigues junto a su esposa