Tras hacerme un chequeo médico, me diagnosticaron quistes y miomas en los ovarios, eso me generaba inflamaciones y dolor en la parte baja del vientre. Había seguido las indicaciones del médico, sin embargo, todo seguía igual, por ello, decidí apelar a la fe, pues no aceptaba que aquella enfermedad me siguiera causando dolor y estragos en mi cuerpo.
Todos los domingos llevaba una botella con agua la cual una vez consagrada la tomaba todos los días como medicina y en el momento menos pensado, simplemente dejé de sentir los síntomas, cuando me hice los nuevos exámenes, el médico constató que no tenía nada, mi útero estaba totalmente sano.
•• Sra. Marisol