Ese no es el plan de Dios para su vida. Pero decir ‘basta’ no es suficiente, es necesario poner la fe en acción y provocar el milagro.
Cuando la persona está indignada con la situación que vive, reacciona, pues solo las palabras no alcanzan.
Si usted quiere ponerle fin al sufrimiento, ponerle un punto final, haga algo al respecto y no se quede de brazos cruzados esperando, para ver si sucede algo. Indígnese en contra del mal, pero no solo de la boca para afuera, ya que los valientes jamás retroceden, sus ojos solo miran el objetivo.
Basta de vergüenza, humillación, miseria, familia destruida, vida sentimental atada. ¡Basta! Muchas personas, delante de los problemas y luchas que enfrentan a diario, pierden la fe, desisten de luchar y terminan cediendo a la presión de las adversidades, porque se sienten acorraladas y es en este exacto momento, donde cada uno tiene la oportunidad de probar que confía o no en Dios.
Cuando depositamos nuestra confianza en Dios y usamos la fe, podemos resolver aquello que parecía imposible a los ojos humanos, pues ella tiene poder, inmensurable, para acabar con cualquier problema.
“LO IMPOSIBLE SE VOLVIÓ POSIBLE”
Me realicé una mamografía, en la cual me detectaron un bulto en el seno derecho. El médico ordenó una biopsia y me diagnosticaron un tumor maligno, entré en shock, ya que no esperaba que eso sucediera, aun así, sabía que no podía desanimarme. Era el momento de despertar mi fe.
El médico me dio dos opciones: extirpar la mama o someterme a quimioterapias y observar la reacción del bulto. Elegí someterme a las quimioterapias y, al mismo tiempo, usar mi fe. Sabía qué Dios haría que lo imposible se vuelva posible.
Recuerdo lo doloroso que fue. Se me cayó el cabello y perdí peso. Obedecí todo lo que me decía el médico, así mismo, obedecía lo que el pastor predicaba en el Altar. Después de un tiempo recibí la respuesta que tanto esperaba.
¡El tratamiento había funcionado! La enfermedad no ha vuelto a aparecer. Agradezco a Dios por todo lo que pasé. Mi cura se debe a mi obediencia y disciplina. Acepté el tratamiento, pero no el diagnóstico.
•• Sra. Auzenita Silva