Sin importar cual sea el vicio: Juegos de azar, tabaco, pornografía, alcohol, fármacos, drogas… Las consecuencias son devastadoras para el dependiente, que es capaz de perder la vida en búsqueda de la dosis más fuerte, intentando saciar el hambre de placer.
Cuando una persona piensa que no es capaz de manejar algún aspecto de la vida real, comienza a volcarse en algún tipo de adicción, cree que así puede posiblemente arreglar el problema al que no logra confrontar.
Cuando la persona consume más y más, o se entrega más a cualquier tipo de vicio, el problema que está tratando de arreglar se agiganta. Inclusive se crea infinidad de problemas por motivo de su adicción.
Esto entonces se vuelve el centro de sus actividades.
En poco tiempo la persona necesita poner en acción su adicción continuamente, y hace cualquier cosa para lograrlo y sentir un alivio momentáneo.
Un adicto hace cosas que normalmente no haría como: mentir, simular e incluso delinquir, haciendo sufrir principalmente a su familia y a sus seres queridos.
Su respeto hacia sí mismo llega a un nivel muy bajo, un nivel de completa confusión.
El adicto se vuelve introvertido, bajando aun más su autoestima.
Esto lo lleva a entregarse más a su vicio para sentirse mejor y pierde la esperanza de liberarse de él ya que eso hasta le provocaría dolor físico y mental.
La familia se desmorona y quien lo ama trata desesperadamente de ayudarlo y nos preguntamos: ¿Existe una salida?, ¿Algún tratamiento efectivo?, ¿Cómo salir de ese círculo mortal?
Los vicios están presentes en todas las clases sociales, arruinando millones de familias. Cada domingo la Universal, intensifica su trabajo contra los vicios. El encuentro se realiza a las 3 de la tarde en todas las Universal del país y ya son muchos los testimonios de personas que lograron vencer y hoy son libres. Ellos a través de la fe en Dios encontraron la dosis perfecta para ser feliz.
Si para la sociedad, los vicios son una enfermedad sin cura, para la Universal la salida existe.