“Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” Juan 10: 7-9
La mayor bendición para las ovejas serían los pastos verdes y la buena agua, es lo mejor que ellas podrían tener, y es exactamente eso lo que el Señor Jesús tiene para nosotros.
¿Qué representa una puerta? Ésta separa dos ambientes diferentes.
Por ejemplo, la Iglesia Universal es una puerta, muchos llegaron a la Iglesia llenos de traumas, de problemas, con la vida totalmente destruida, tristes, angustiadas, con vicios, etc., y cuando entraron por la Puerta que es el Señor Jesús, sus vidas cambiaron.
Estas mismas personas antes vivían engañadas, buscando falsas soluciones, innúmeras personas arman haber ido a lugares de “limpias espirituales”, donde les escupían aguardiente en el cuerpo, y en vez de mejorar como se esperaba, todo empeoraba, debido a que, esas puertas no eran Jesús, en cambio, cuando llegaron a la Iglesia Universal encontraron la liberación total y completa de todos los males porque Jesús las liberó.
Usted necesita entrar por esa Puerta llamada Jesús. Sólo quien entra por ella encontrará una vida distinta, con paz, alegría y bendecida en todos los sentidos.
“Mi vida estaba destruida en todas las áreas”.
“Desde los catorce años comencé a beber licor; poco a poco me volví un hombre depresivo y vacío. Me hice de compromiso y pensé que iba a cambiar con las nuevas responsabilidades, pero en realidad todo empeoró. Iba a prostíbulos a buscar placer en otras mujeres. Nunca le contaba a mi esposa los conflictos internos que tenía, por el contrario, delante de ella me comportaba con crueldad, la maltrataba físicamente, ella intentaba concientizarme para que tomara en serio mi papel de cabeza de hogar, pero no la entendía, prefería seguir como un joven sin compromiso y seguía “divirtiéndome con mis amistades”.
No conseguía solventar las necesidades de mi familia como: comida, ropa y una casa digna. Mi esposa fue invitada a la Iglesia Universal y poco tiempo después vi un cambio en ella, llegué a un momento en que no pude soportar todos los fracasos y acepté ir a la Iglesia.
El primer día que entré a la Iglesia sentí que algo se desprendió de mi cuerpo, salí tranquilo, después de ese día mi problema con el alcohol dejó de existir, nunca más volví a tomar, seguí asistiendo a las reuniones y pasé a creer que Dios cambiaría todo. No me equivoqué, me torné comerciante, adquirí terrenos para siembras de sandía, hice negocios dentro y fuera de la ciudad, adquirí una casa propia, y me di cuenta que no tenía lo principal, el Espíritu Santo, cuando Lo recibí me volví realmente feliz, supe lo que era tener paz y alegría verdadera. Hoy gracias a Dios en todo me va bien. La fe hace que nuestra vida tenga sentido.”
•• Sr. Wílmer Castro y esposa Comerciante