¿Cuántas veces escuchamos: «Te tengo envidia de la buena»? O quizá: «Las envidias no dejan que salga adelante».
Es verdad que este sentimiento llega a impulsar a las personas para cometer incluso los hechos más atroces. No son pocos los que perjudican directamente a los demás por el deseo de poseer el bien ajeno.
Pero, la envidia también puede hacer daño espiritualmente hablando. Pues cuando alguien tiene dicho sentimiento, a la vez anhela el mal del otro, y por ese motivo la víctima sufre una serie de fatalidades.
Lo más difícil es saber quién puede ser la persona envidiosa, pues se alberga en el interior y muchas veces los envidiosos aparentan lo que sienten. Esto sucede con frecuencia dentro de los núcleos familiares.
El mal de dos filos
Quien envidia a alguien desea afectar al envidiado, pero este último no es el único que puede resultar perjudicado. ¿Cómo una persona puede desearle el mal a otra y no ser afectada? Cuando el mal deposita la envidia en su corazón, su objetivo no es solamente destruir a la otra persona, sino al envidioso también. La envidia lo llevará a la destrucción.
Entonces, ¿cómo vencer algo difícil de identificar? En primer lugar, debe quedar claro que no hay que luchar en contra de la persona, sino del mal que la controla y la motiva a realizar actos destructivos contra quien es envidiado.
Quien realmente puede protegerte de esta fuerza maligna es precisamente Dios actuando en tu vida. Él está dispuesto a liberarte de todo lo que está destruyendo cada aspecto que te rodea, pero depende de ti buscar Su ayuda y protección.
La oportunidad para lograrlo es en la reunión de Viernes de Liberación Espiritual. Por su fe, este 6 de septiembre recibe la limpieza espiritual, y determina ser libre de las energías negativas que te han afectado.
Te esperamos en el Templo de los Milagros: Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya. O bien, en la Iglesia Universal más cercana, consulta los horarios de las reuniones.