Cuando se habla de fe bíblica, se habla de fe sobrenatural. Se trata de una certeza sobrenatural, de la convicción que viene de lo alto, que invade la intimidad del ser humano, dejándolo tranquilo y en paz con Dios.
Mientras que la fe natural se basa en conocimientos naturales del tipo: “si una persona camina bajo la lluvia se mojará”, la fe sobrenatural se basa en conocimientos sobrenaturales adquiridos por oír la Palabra de Dios.
Por eso, la fe que viene de Dios no tiene nada de sentimientos humanos, como el entusiasmo o la emoción. Ella es la certeza sobrenatural, certeza que proviene de lo más profundo del interior.
El Señor Jesús dijo: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” Juan 7:38. Ese fluir de agua viva es el Espíritu Santo. ¿Pero cómo es posible que el Espíritu Santo fluya? Por medio de la manifestación de la fe, o sea, la manifestación de certezas absolutas, convicciones íntimas.
La fe es un don de Dios y no sirve que la persona piense que tiene fe y lo confiese si sabe que no la tiene. En términos de fe no existe más o menos. ¡O es o no es!
Mucha gente ha tomado decisiones incorrectas motivadas por una sincera voluntad de querer creer. ¡Y no es así! La fe sobrenatural es una convicción. Su poder es de un tamaño que ni siquiera la muerte puede sacudirla.