Es como una tristeza que se apodera de ti silenciosamente. En un principio piensas que es temporal, que pasará, quizá… solo es un mal día. Sin embargo, conforme el tiempo pasa, esa tristeza crece y te roba la energía, no le encuentras sentido a nada. Ya no tienes fuerzas para levantarte de la cama, para comer o para bañarte, cosas tan simples para ti se vuelven tan complicadas; pero lo realmente difícil es cuando debes ponerte la máscara de felicidad para que no noten que estás mal. Intentas evadir tu estado emocional con diversas actividades sin tener cambio alguno, entonces comienzas a fumar, tomar bebidas alcohólicas o drogas; nada de eso te devuelve la alegría, al contrario, cada vez te hundes más en un pozo profundo. Hay una parte de ti que quiere arreglar las cosas, pero otra piensa que nunca volverás a ser feliz.
Te avergüenzas por lo que te pasa y no sabes cómo pedir ayuda, lo que menos quieres es dar molestias, por eso te alejas de la gente. Entonces pasa por tu cabeza la idea de terminar con tus días, ¿acaso la muerte será la solución?
La Organización Mundial de la Salud (OMS), pronostica que para el año 2020 la depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo, y la primera en países en vías de desarrollo como México.
“Una persona con depresión tiene el alma presa, amarrada a las fuerzas del mal. La ciencia dice que no hay remedio para esto ¿por qué? Porque en realidad el origen viene de un espíritu ruin que sofoca el alma tanto, tanto, tanto que termina matándola”, explicó el obispo Macedo.
Pero ¿cómo combatir la depresión? De acuerdo con el obispo, hay una solución: “Sólo la fe en Dios da la facultad de liberarse de estos sentimientos que torturan el alma. Cuando el Espíritu Santo entra en la vida de esa persona; nunca más sentirá esa apatía por la vida ni ese dolor del alma”, afirmó el Obispo Edir Macedo.
Tal vez, de muchas maneras, intentaste salir de la depresión sin resultado alguno. ¿Por qué no le das una oportunidad a la fe? Para muchos puede parecer una locura, pero esta es una herramienta que nos permite recibir grandes cosas de la mano de Dios, pues “… al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23).
Para mí el suicidio era la única «solución»
En tres diferentes ocasiones, María Augusta intentó poner fin al sufrimiento por el que su familia pasaba, pues creía que, acabando con su propia vida, terminaría con todo.
“Yo tenía muchos problemas de salud y éstos, por lo tanto, acarreaban otros para mi matrimonio. A causa de esta situación, existían muchas discusiones con mi esposo, lo que agravaba la situación en mi familia, acabando por afectar a mis hijos. Me sentía agobiada y deprimida”, señala María.
Durante años estuvo triste, preocupada, angustiada por soportar su sufrimiento y fue debido a todo esto que acabó por intentar tres veces el suicidio, afortunadamente, sin haber tenido éxito.
“Para resolver los problemas, recorrí muchos caminos, todo tipo de médicos, los mejores especialistas, incluso, recurrí a brujos, o sea, hice de todo para resolver los problemas que afectaban a mi familia, ya que desde mi punto de vista, todo era mi culpa”, añade.
Fue sólo cuando conoció la Iglesia Universal que su vida comenzó a cambiar.
“Participé de las reuniones, usé mi fe y pedí a Dios por mi liberación. Venciendo los problemas espirituales que me asfixiaban, superé la depresión y fui curada. Los problemas familiares también se resolvieron, las discusiones dejaron de existir y como resultado, pasamos a tener paz en nuestro hogar. Hoy somos una familia feliz, bendecida y puedo decir que ‘Yo y mi casa servimos al Señor’”, concluye.
No significa que las cosas con Dios se conquisten por arte de magia, sino por medio de la convicción en Su Palabra, prueba de ello ha sido la innumerable cantidad de personas que han superado la depresión al entregarle su vida a Dios, siendo Él, ahora, el motivo de su alegría. Date una oportunidad, cree y acuda este viernes a las 10 de la mañana a Av. de Las Américas 305 y en todas las Iglesias Universal del país, también puede participar a las 7H, 15H y 19H.
*La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.