Muchas personas al analizar sus vidas notan la existencia de problemas que no se han resuelto.
Inclusive hay casos, donde el comportamiento de la persona es tan extraño, que a la misma le causa asombro. Por ejemplo, un individuo que tiene dolores constantes de cabeza, escucha voces en su mente, tiene visiones o se siente perseguido, tiene un malestar que lo domina todo el tiempo, al punto de sentir que mi cuerpo se estremecía, pues el insomnio no lo deja dormir, es en ese momento que los pensamientos negativos lo bombardean.
¿Le ha sucedido eso también a usted? ¿Qué hacer? Si se identificó con todos los escenarios presentados, sepa que, al contrario de lo que le puedan haber dicho, la presencia de esos síntomas en su vida no es normal.
A la verdad, ellos son causados por fuerzas espirituales contrarias a la de Dios, por eso precisan ser combatidas espiritualmente.
El arma para ese combate es la fe en el Señor Jesús, al eliminar esas fuerzas contrarias por la fe, la persona pasa a ser libre, pero eso no significa que ellas se den por vencidas, mismo habiendo sido expulsadas, intentaran volver.
Es entonces que una persona vacía de la Presencia de Dios acaba por recibirla de nuevo.
MI ALMA NO TENÍA PAZ, era rehén de los Males Espirituales.
Mis problemas empezaron desde mi niñez, ya que sufría con insomnio, escuchaba voces, veía bultos y tenía mucho miedo a la oscuridad.
Mi vida era un infierno, ya que no sabía por qué todo eso me estaba sucediendo. Siendo ya adulta, fui a brujos, porque quería ser libre de todo eso, pero en lugar de ayudarme, ellos me aconsejaron que aprendiera a realizar rituales para ayudar a las personas y así ayudarme a mí misma, fue así que empecé a involucrarme con espíritus, hice ofrendas para el mal, sacrifique animales y mucho más.
El tiempo pasaba y mi vida no cambiaba, en lugar de eso todo iba de mal en peor.
Un día recibí una invitación a la Iglesia Universal, cansada de todo, empecé a participar de las reuniones de liberación, a partir de ahí mi vida fue transformada, fui liberada de todos los males, hoy tengo paz y una vida feliz.
•• María Lebron