De un momento a otro, sufrí una aneurisma cerebral por lo que familiares me llevaron de emergencia al hospital, mientras estuve en cuidados intensivos, la mitad de mi cuerpo estaba dormido, el doctor dijo para ellos que dieran la orden de desconectarme, porque para ellos estaba prácticamente muerta y si sobrevivía, quedaría en estado vegetal. Después de un tiempo logré despertar, pero seguía inconsciente y gritaba del dolor, pues se me habían reventado varias arterias, mis familiares tenían que bañarme y cargarme de un lado a otro, pues no podía caminar.
Así conocí la Iglesia Universal, me aferré a la fe en el Señor Jesús, la última puerta que me quedaba y el milagro sucedió, lo que era imposible para los hombres fue POSIBLE PARA DIOS, pues ha sido comprobado medicamente que estoy completamente curada, pues no hay rastros de la enfermedad.
•• Sra. Lucía Sánchez