Jesús dice: “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos…” (Mateo 7:21). ¿Él está hablando con quién? Con las personas que profesan la fe en Él. Después, Él dice: “Muchos me dirán: «Señor, pero yo profeticé en Tu Nombre, yo curé enfermos, yo hice tu obra, yo fui una persona buena”.
Es decir, se intentarán justificar. En el mismo capítulo, Él dice: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:13-14). Cuando Jesús dice “muchos”, Él no está exagerando, y, mientras Él dice “pocos”, es porque de verdad, son pocos. No hay término medio.
Después Él todavía dice: “Por sus frutos los conoceréis” y ese fruto no es el hacer, no son las obras, no es lo que hacemos, son los resultados de su compromiso con Dios.
Siendo así, usted, ¿qué es capaz de hacer para estar entre los pocos escogidos? Muchas personas hacen de todo para conquistar el corazón de otras personas, o algún bien, pero no para Dios. Está claro que Dios ha dado el libre albedrío para que ellos se decidan si lo quieren o si lo rechazan. Cada uno debe tomar su decisión. Tal vez para el mundo sus frutos sean buenos, lindos, maravillosos, pero, pregúntese a usted mismo ¿qué he presentado a Dios?; ¿Cuáles son los frutos que le estoy presentando al Creador?
Piense bien y analice el fruto de su vida, porque es por los frutos que se conoce al árbol. Si los frutos son buenos, el árbol es bueno, si los frutos son malos, el árbol no sirve.
Participe de las Reuniones de Fe Inteligente todos los miércoles en el Templo de la Fe o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar.
Medite en esta palabra.