Así ha dicho el Señor: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.” El texto bíblico nos indica que hay un tipo de persona en la que Dios no encuentra lugar para plantar Su Palabra, consecuentemente esto acarrea una falta de respuesta en la vida de quien confía más en otras cosas o personas que en el Dios Vivo que todo lo puede.
Muchas persona que profesan tener fe viven frustradas debido a que han decidido creer en Dios “a su manera”, por esto están estancadas, no avanzan, no solucionan sus problemas, al contrario, de ir para delante, cada día están yendo para atrás con el paso del tiempo se sienten hundidas y sin saber qué hacer.
Siguiendo la lectura dice: “Bendito el varón que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.« Jeremías 17:5-8
Aquí, queda bien claro la diferencia entre los que confían sólo en “palabras”, porque cuando los problemas surgen se dejan llevar por el miedo y las circunstancias, sin embargo, los que confían de hecho y de verdad son un tipo de persona que asusta, porque delante de la adversidad, no temen.
Éstos mostrarán su fuerza en el día de la dificultad porque están enraizados en la Palabra de Dios y aún si el mundo se derrrumbara a su alrededor o si hubiera una crisis muy fuerte, ellos estarán confiados porque Dios nunca está en crisis.
Dios no priva a nadie de nada, sino que es la propia persona quien se impide de obtener lo que quiere. Los fuertes son aquellos que ven en Dios la fuente de su fuerza.
En cambio, los débiles, confían en los hombres. ¿Quién quiere ser salvo?
R: ¡Todos quieren! ¿Quién realmente está decidido?
R: Pocos lo están. ¡Quien realmente ha decidido abandonar el pecado, toma una actitud, marcha hacia adelante, y abandona lo incorrecto; no es sólo un querer, ella lo convierte en un hecho!
Dentro de la Iglesia hay muchas personas, pero en medio de todas ellas ¿quiénes o cuántas están en el ALTAR? No basta estar dentro de la Iglesia, tiene que estar en el Altar.
Es en el Altar que somos fuertes, porque allí está Dios, y quien está en el Altar, está con Dios.