se me formó una úlcera en el pie. Él médico dijo que debían amputarme la pierna ya que no veía mejoría, eso me generó aflicción, incluso llegué a preguntarle hasta dónde sería el corte.
Mi familia que ya asistía a la Iglesia no concordaba con ese diagnóstico y me dieron palabras de fe diciéndome que Dios podía solucionar mi problema y que yo debía creer. Fui a una reunión en la Iglesia, el pastor derramó el Aceite Consagrado en mi pie y oró por mí, seguí perseverando y mi fe se fortaleció día a día. A través de la lucha constante empezó a observarse señales de mejoría. Reunión tras reunión vi la mano de Dios actuando en mi vida.
Increíblemente el pie fue regenerándose, incluso el médico después de limpiar la herida decía que esa recuperación era obra de Dios.
Hoy me siento bien anímicamente y estoy en paz. Entendí que para Dios nada es imposible.
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Tras recibir la unción con el Aceite Consagrado el milagro comenzó a suceder
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•• Sr. Ángel Silvestre