Siempre pensé que al formar mi hogar todo estaría bien, pero no fue así. Mi esposo tenía el vicio del alcohol ya por veinte años, él prefería estar fuera de casa que con la familia. Eso causaba en mí un gran enojo. La falta de comunicación entre mi esposo y yo hacían que nuestra relación sea insostenible.
Económicamente mi esposo tenía un trabajo que le daba buenos ingresos, pero había ocasiones en que se gastaba todo el sueldo y eso nos generaba grandes problemas financieros. Otro aspecto era que mis hijos vivían enfermos.
En esa situación me encontraba cuando conocí la Iglesia Universal. Comencé a perseverar, poco a poco fui aprendiendo usar mi fe, así entendí que yo debía perseverar y dejar que Dios haga su parte, yo debía usar la fe y confiar. Poco tiempo después comencé a ver los resultados en nuestra vida, Dios me respondió.
Hoy nuestra vida es diferente, gracias a Dios hemos logrado reconstruir nuestro matrimonio, la confianza y el respeto, mi esposo dejó los vicios, además conquistamos nuestra casa propia tal como la queríamos, también adquirimos autos del año.
Fue en la Iglesia Universal donde mis proyectos se hicieron realidad. Dios me dio más de lo que había anhelado.